domingo, 26 de mayo de 2013

La final de Arjen

Siempre lo digo, y por eso en esta ocasión no pecaré de oportunista, pues he estado convencido desde que jugó con el Real Madrid aquellas dos temporadas, que ha sido uno de los mejores jugadores de la última década y que las lesiones y la mala suerte le han privado de un más que merecido Balón de Oro. Arjen Robben es buenísimo, a la altura de Cristiano Ronaldo y Messi, y ya sé que muchos diréis que hablo de él como si fuera Zidane o Maradona, pero es que hay muy pocos jugadores tan desequilibrantes como él, tan capaces de ganar partidos a base de una jugada estratosférica de las suyas. Lástima que su fútbol no se haya visto recompensado de la forma en la que siempre lo ha merecido. Hasta ayer.

Robben ha ganado muchos títulos como jugador del PSV, del Chelsea, del Real Madrid y del Bayern. En todos ellos fue determinante para su consecución, a pesar de jugar una cantidad de partidos por debajo de lo habitual. La culpa: las constantes lesiones que ha arrastrado durante toda su carrera. En su primera temporada en el PSV sólo disputó 23 partidos, con el Chelsea se fracturó dos huesos metatarsianos del pie derecho que sólo le permitieron jugar 18 partidos en su primera temporada de "blue" -en los que marcó, eso sí, 7 goles-. Otra lesión en el menisco lateral de su rodilla izquierda le dejó fuera los terrenos de juego en gran parte de la temporada 06/07. A pesar de ello, el Real Madrid se gastó 35 millones en su fichaje en el verano siguiente, ganando un jugador extraordinario que se convirtió en el mejor jugador del club blanco aquellas temporadas -junto a Gonzalo Higuaín- pese a disputar, otra vez por lesiones, sólo el 60% del total de posibles partidos. Su promedio de lesiones en el club blanco fue de una cada cinco jornadas. Entre lesión y lesión, demostraba que estaba a la altura de Messi, que en ese momento capitaneaba al Barça que conseguiría el sextete.

Florentino llegó con un proyecto millonario bajo el brazo y Robben era transferible dados sus problemas físicos. Se marchó al Bayern, donde realizó su mejor temporada a nivel anotador -16 dianas- pese a jugar sólo 24 partidos. Fue a partir de esa temporada cuando comenzó para él una maldición que le estaría persiguiendo tres años. Hasta ayer.

El Bayern cuajó una gran temporada 09/10, ganando la Bundesliga y la Copa de Alemania con notable protagonismo de Robben. Quedaba el broche de oro en la final de Champions frente al Inter, final a la que se llegó de la mano del holandés, que marcó los goles decisivos frente a United y Lyon. Sin embargo, el Bayern perdería la final contra el equipo de Mourinho con dos goles de Diego Milito. Era el principio del fin.

Ese mismo verano, Robben jugaría la final de la Copa del Mundo. El rival, España. El crack holandés tuvo el triunfo para su selección en dos mano a mano con Iker Casillas, ambos desbaratados por el portero madridista. Probablemente, la única posibilidad de ganar el mejor título del mundo se difuminaba ante sus ojos a tres minutos de concluir la prórroga, cuando Iniesta remataba a la red el único tanto del partido. Robben había perdido dos finales en apenas mes y medio.

La siguiente temporada sería un desastre. Robben sólo pudo jugar 14 partidos con el Bayern -no debutó hasta enero- por problemas en el tendón. Su equipo quedaría en blanco ante el incontestable dominio del Borussia Dortmund. El año siguiente parecía más esperanzador: las opciones de conseguir el triplete a falta de pocos días para el final de temporada eran muy elevadas. Pero el Bayern, con Robben como protagonista, lo tiró todo por la borda: perdió 5-2 en la Copa Alemana (vs Dortmund), perdió la Bundesliga fallando Robben un penalti en el partido decisivo (vs Dortmund) y perdió la final de la Champions -otra vez- fallando Robben un penalti en la prórroga (vs Chelsea). Fueron, casi con total seguridad, los peores días del jugador holandés en toda su carrera.

Lo bueno -o lo malo, según como se mire- es que el destino que te depara el fútbol es muy caprichoso. Puedes estar coronándote en la cima y despeñarte contra las rocas en menos de un segundo, o estar desahuciado y conseguir el mayor título a nivel de clubes. Siendo protagonista absoluto. Eso le pasó a Robben en una temporada que nunca olvidará. Una temporada en la que sólo ha disputado 16 partidos, en la que las lesiones otra vez le apartaron de ser titular, una temporada en la que los rumores sobre su marcha a final de temporada estaban más que justificados. Sin embargo, por una vez, una lesión -esta vez de un compañero- le abriría la puerta del mayor éxito de todos. Kroos se retiraba del terreno de juego en la primera parte de los cuartos de final de Champions frente a la Juventus. Su lugar lo ocupaba el holandés, que agarró el balón y protagonizó las mejores jugadas del encuentro para los bávaros. Su participación resultó decisiva en esa eliminatoria, y en la siguiente frente al Barça, donde anotó dos goles y volvió loco a los azulgranas en cada internada por banda. Como siempre, Robben volvía en plan crack. Como si todo lo que había pasado en los últimos tres años se hubiera quedado en el olvido para la posteridad.

El Bayern ganaba la Bundesliga con la mayor suficiencia de toda su historia. La final de Copa Alemana la disputarán la semana que viene frente al Sttutgart, pero la gran cita era ayer en el estadio de Wembley. Era la tercera final de Champions a la que llegaba el Bayern en los últimos cuatro años. Y era la quinta final de Robben tras perder dos continentales y la Copa alemana con el Bayern, y la final del Mundial con Holanda. Robben, como en anteriores finales, volvería a ser protagonista. El holandés tuvo hasta tres ocasiones de gol en la primera parte, de nuevo en dos de ellas tuvo al portero delante y fue incapaz de materializar. De nuevo la llamada "maldición de Robben" se ceñía sobre su cabeza. Pero aquella vez la historia cambió completamente. Asistió a Mandzukic en el primer gol de su equipo, y en el minuto 89, cuando ya se estaba pensando en la prórroga, Robben cazaba un balón dentro del área y lo cruzaba sutilmente ante la salida de Weidenfeller. El esférico entró lento, sigiloso, como todo el tiempo que tardó Robben en conseguir su reconocimiento.




Sonó el silbato y todas las cámaras enfocaron al holandés, que gritaba como loco arrodillado en el césped de la catedral del fútbol. 281 partidos e innumerables lesiones después, Robben consiguió la Champions League, su Champions League. Porque aunque el Bayern se alzó con la quinta Copa de Europa de su historia, recuperó el dominio alemán que poseía el Dortmund y proclamaba a los cuatro vientos que era el mejor equipo del mundo, el partido que se disputó ayer en Wembley fue la final de Arjen. Y de nadie más.

@david_lrl


sábado, 25 de mayo de 2013

En vilo por Neymar

Parece que el culebrón "Neymar" va a llegar pronto a su fin. Anoche el Santos hizo oficial que había aceptado dos propuestas, la del Real Madrid (35 millones) y la del Barça (28) por el 55% del pase del brasileño. Ahora la decisión es suya: Neymar jugará en España, pero todavía no sabe dónde. Las declaraciones que concedió en la pasada madrugada a los medios cariocas son las siguientes: "Voy a decidir con mi familia, pues no tengo prisa y la decisión puede salir en cinco minutos, en media hora o en tres días". ¿Qué equipo elegirá?




Según algunos medios, el crack brasileño percibiría en el club blanco cinco millones más de la ficha que le ofrece el Barcelona (11), convirtiéndose en uno de los futbolistas mejores pagados de la Liga BBVA. En el Madrid, pese a tener que convivir en el mismo vestuario que Cristiano Ronaldo, no existen demasiadas similitudes en cuanto al juego de uno y otro, y podrían ser más compatibles en el terreno de juego -jugaría como falso "9"-. En el Barça podría perjudicarle la adaptación a un equipo con clara predisposición al juego de pase, algo a lo que no está caracterizado Neymar, que quizás sería el jugador destructivo, desequilibrante, por lo que vino Alexis por ejemplo... con la diferencia de que Messi está para ese cometido y ya se ha comido al chileno. Al jugador del Santos podría pasarle lo mismo. El propio Johan Cruyff lo explicó hace poco: "Dos jefes en el mismo barco no funcionan. Hay que aprender del pasado".

El estilo de juego del Madrid actual -que no creo que cambie mucho con el entrenador que venga- sí que es más conveniente para Neymar, acostumbrado a moverse mucho, encontrar espacios, desequilibrar por velocidad o regate y lanzar contraataques ágiles y eléctricos. El del Barça es un juego más pausado, menos vertical.

El inconveniente de llegar al Real Madrid puede ser más perjudicial para el propio equipo blanco que para el propio Neymar. El montante de la operación rondaría los 80 millones, 40 para el Barça -multa que iría para el Santos en caso de echarse atrás según el pre-contrato que estableció el padre del jugador con los azulgranas- y el resto para Santos y las dos empresas que comparten el 45% de su pase. Una cantidad muy desorbitada para un jugador que todavía no ha debutado en Europa. Es una estrella, no hay duda de que si se le pule bien será un crack mundial, pero debemos recordar el caso "Robinho" que, si bien hay que respetar las distancias -Neymar es muchísimo mejor- no sería la primera vez que un jugador no está preparado para dar un salto de tales características, con la presión que conlleva un traspaso de tales cantidades, rodeado de marketing y estrellato y con los ojos de todos los madridistas puestos en un jugador que, al primer error, será criticado. Le ha pasado hasta a Zidane, con Neymar no sería menos.

La insistencia del Barça por Neymar viene desde mucho antes de que llegara el Madrid a la negociación. Es por eso que el jugador brasileño -que además se declara fan de Messi- podría decantarse finalmente por los azulgranas, ya que el club que preside Sandro Rosell ha apostado muy fuerte por su contratación desde siempre. Esa puede ser la clave. Clave muy importante, pues muchos de los grandes traspasos de la historia se han decidido por eso. Y el pre-contrato que firmó el padre de Neymar deja claro que desde la familia del brasileño ya se daba por hecho su salida hacia Barcelona. Pero el Madrid de Florentino se ha metido por medio y ahora hay que esperar. Europa está en vilo por Neymar.



martes, 21 de mayo de 2013

El debate absurdo de José Mourinho

Ayer Florentino Pérez concedió una rueda de prensa en la que anunció la salida de José Mourinho del Real Madrid a final de temporada. Prensa escrita, radios, televisiones, medios digitales y redes sociales analizan la marcha del técnico portugués y realizan encuestas y debates sobre la valoración de sus tres años al frente del Real Madrid. Me he encontrado muchas sorpresas. Y la verdad, creo que es culpa de vivir en una época en la que el pasado no importa. Pero en mi caso, ya lo creo que importa. Lo he pasado muy mal como aficionado madridista. Para que hagan memoria, les contaré una pequeña historia:
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Había una vez un entrenador alemán que dirigía un Real Madrid doble campeón de Liga, con pasillo del Barça incluido.  El 9 de diciembre de 2008, Bernd Schuster -así se llamaba- fue despedido por malos resultados en Liga, la eliminación en Copa ante el Real Unión de Irún y por declarar que era imposible ganar en el Camp Nou.  Fue así como empezó una de las etapas más negras -si no la peor- de la historia del Real Madrid.

Llegó a entrenar al conjunto blanco, en una operación relámpago, Juande Ramos. El Madrid mejoró en Liga, pero acabó segundo a nueve puntos de los azulgranas, con un 2-6 encajado el día clave por el título en una de las mayores humillaciones que se recuerdan. Precisamente, aquella temporada los blancos fueron eliminados en Champions por el Liverpool, en octavos, con un 5-0 global (4-0 en Anfield). Pero lo más
grave de la temporada fue el fraude del que era entonces presidente, Ramón Calderón: el diario MARCA destapó que le votaron socios compromisarios falsos en la Asamblea, infiltrados por él mismo. Considerado por la prensa como el peor presidente de la historia del club, dimitió para dejar su sitio a Vicente Boluda, quién lejos de lavar la imagen del escudo se dedicó a ensuciarlo a base de palabrería. En definitiva, el Madrid acababa el curso futbolístico totalmente desestructurado, con tres golpes duros en Liga, Copa y Champions, con fraudes y mentiras en el seno de la directiva y una desastrosa política de fichajes. Todo eso, el mismo año en el que el Barça de Guardiola ganaba seis títulos. Seis.

Volvió Florentino Pérez al rescate y realizó un desembolso estratosférico: 257 millones. Se contrató a Manuel Pellegrini -quien me parece un gran entrenador-, y a jugadores de la talla de Cristiano Ronaldo, Kaká, Benzema o Xabi Alonso. La temporada promete cuando el Madrid llega lanzado al Camp Nou como líder de la Liga... pero pierde ante el Barça con gol de Ibrahimovic. En Copa, recibe otra humillación histórica: 4-0 ante un equipo de Segunda B, el Alcorcón, que elimina a los blancos de nuevo en primera ronda. En Champions, el Madrid pierde su condición de cabeza de serie al caer eliminado por sexta vez consecutiva en octavos de final, esta vez ante el Lyon. En el ranking de clubes del IFFHS, los blancos habían descendido hasta el puesto nº30. 

La historia cambia en el verano de 2010:

José Mourinho llegó al banquillo del Real Madrid después de haber ganado la primera Champions para el Inter de Milán tras 45 años de sequía. Lejos de volver a caer en primera ronda ante un equipo de Segunda B, hizo al Real Madrid campeón de Copa del Rey después de diecisiete años, ganando en la final al Barça, rival al que no se le ganaba, precisamente, desde el pasillo (2008). En Champions no sólo se superan los octavos (no se hacía desde 2004) si no que los blancos alcanzan las semifinales, que pierden contra el
Barça.

En su segundo año, el Madrid de José Mourinho gana la Liga española tras cuatro años de dominio azulgrana ganando el decisivo partido en el Camp Nou (no se ganaba en ese feudo desde 2007). Además, esta Liga entrará a la historia del club porque el Real Madrid alcanza los 100 pts (nadie lo ha hecho) y los 121 goles (nadie lo ha hecho). En Champions se alcanzan de nuevo las semifinales, cayendo en tanda de penaltis contra el Bayern.

En su tercer año, José Mourinho le gana otro título al Barça, esta vez la Supercopa de España.  Será en agosto de 2012 la última vez que los azulgranas le ganan un partido al Madrid. Desde entonces: 2-1 (Bernabéu) en Supercopa, 2-2 (Camp Nou) y 2-1 (Bernabéu) en Liga y 1-1 (Bernabéu) y 1-3 (Camp Nou) en Copa. Cinco partidos consecutivos sin perder contra el llamado "mejor equipo del mundo".

Lamentable, en su tercer año el Madrid no consigue ningún título, si bien acaba segundo en Liga, finalista en Copa y semifinalista en Champions (algo impensable en temporadas anteriores al técnico portugués). El "fracaso" deportivo del Real Madrid esta temporada y el mal ambiente creado en el vestuario madridista y en la prensa propician el despido de José Mourinho del Real Madrid el 20 de mayo de 2013.
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Reflexión: Hoy, el Real Madrid no es humillado por equipos de cuarta categoría. No cae en Champions a las primeras de cambio, todo lo contrario. Vuelve a ser cabeza de serie. Ha pasado de estar en el puesto nº30 en el ranking IFFHS a ocupar el 7º lugar a finales de 2012. De ni siquiera plantarle cara al Barça, a no dejar que le gane en cinco partidos seguidos. De no conseguir ningún título en dos temporadas, a conseguir uno por temporada en las tres siguientes.

¿Si le estoy agradecido a José Mourinho por estos tres años en el Real Madrid? Lo siento, no puedo responder. Es una pregunta absurda.

@david_lrl



sábado, 18 de mayo de 2013

La noche más negra del Santiago Bernabéu

Supe que no sería un buen día cuando me desperté de la cama a las siete y media de la mañana y, pasando la lengua por debajo de los dientes descubrí que me había salido una llaga. No sería el último inconveniente en las próximas 24 horas. Salgo de casa a buen ritmo para no perder el tren, echo un billete de cinco euros por la ranura de la máquina y no sale el billete. Le doy a cancelar y me devuelve 15 céntimos. Pero los cinco euros se los había tragado.

Este viernes iba a ser un día duro porque a pesar de que por la noche era la final de Copa entre el Real Madrid y el Atlético, tenía muchas cosas en la cabeza. Una charla en la asignatura de "Comunicación Corporativa", el programa de radio, la campaña para conseguir el Micrófono UMH, Eurovisión, el trabajo de periodismo televisivo y, lo más importante, la elaboración de la revista "Callosa Deportiva" para Producción Periodística, revista que teníamos que entregar el próximo lunes y todavía estaba medio maquetar. Así que me quedé a comer en la universidad y volví a Callosa veinte minutos antes de que empezara el partido. Agotado, con prisas, pensando en mil cosas, me senté en mi mesa de siempre, en el Pub de siempre, para ver, precisamente, lo que no había visto nunca.

Hacía tiempo que no veía una final de Copa con tan poco juego, tantas patadas y tan pocas ocasiones. La historia empezaba, casualmente, como de costumbre: saque de esquina del Real Madrid y gol de Cristiano Ronaldo de cabeza, por enésima vez esta temporada y por enésima vez en su carrera. Apareciendo en los grandes partidos. Al Atlético le costó superar el golpe, pero lo hizo. Agarró la posesión, no dejó al Madrid hacer ni un contraataque, y dejó que Falcao y Diego Costa protagonizaron la única ocasión del partido para los de Simeone: el colombiano se va de Albiol y Khedira en el centro del campo y mete un pase preciso y certero al máximo goleador de la Copa, el brasileño, que cruzó ante Diego López para empatar el partido.

No se respiraba ambiente de Bernabéu de grandes noches. Más bien, parecía el Vicente Calderón. Miles de bufandas rojiblancas ondeaban mientras sus portadores rugían con cánticos para animar a un equipo que llevaba catorce años sin vencer al vecino. En el bando madridista, más bien parecía que estaban contemplando con anteojos la ópera de Bianca Castafiore. Aquello fue clave para que el Atlético estuviera como en casa, y el Madrid, conforme iba transcurriendo el partido, contra las cuerdas.

Se marchó el conjunto blanco al descanso con empate a uno, a pesar del tiro picado de Özil que se estampó contra el palo. Llegaron otros dos más en la segunda mitad, el primero en una ocasión a bocajarro de Benzema que después salvó milagrosamente Juanfran en la línea de gol. El segundo fue en un lanzamiento raso de Cristiano Ronaldo en el saque de una falta. El Atlético sólo inquietó con saques de esquina y  una jugada bien trenzada por banda izquierda que estuvo a punto de rematar a gol Filipe Luis. A falta de trece minutos para el final, Mourinho fue expulsado por protestar la actuación de Clos Gómez, un árbitro que se vio superado completamente durante toda la final. El Madrid comenzaba a desesperarse. Acabaron los noventa minutos y con ello, empezó una prórroga donde Simeone vitoreaba a los suyos en busca de motivarlos para comerse al Madrid, mientras que en el otro lado ni siquiera se supo quién estaba hablando.

Trataron de reaccionar los blancos con tres cambios seguidos: Arbeloa, Di María e Higuaín entraron por Coentrao, Modric -buen partido del croata- y Benzema. Sin embargo, el Atlético salió más entero. Un mano a mano de Diego Costa con otro Diego, López, acabo salvándolo en dos tiempos el portero madridista. Los colchoneros crearon una segunda ocasión que tuvo que despejar a córner Essien. Y a la tercera, drama en el Bernabéu. Saca Koke desde la derecha el mejor centro de toda la final y remata Miranda, completamente solo, en las narices de Diego López para poner el 1-2 en el marcador.




A partir de ahí, se vio venir que a este Atlético creado por Simeone a imagen y semejanza no se le iba a escapar la final. Se armó atrás, siguió creando peligro al contraataque y frenó al Madrid a base de patadas cambios, provocaciones y pérdidas de tiempo. Cristiano Ronaldo, desquiciado, fue expulsado a seis minutos del final, propiciando una tangana cuya nota más negativa fue la de Diego Costa, que agredió a Pepe con un puñetazo en la cara. Entre todo aquel varullo de despropósitos, el Madrid tuvo tiempo y ocasiones de empatar y ganar el partido, pero la figura de Courtois se erigió por encima de todos para hacer al Atlético campeón. Salvó con el pie una semi-volea de Higuaín y después hizo la parada del año en un remate de Özil a bocajarro. Esa fue la última ocasión del Madrid.

Agotado, destrozado y humillado, el equipo blanco cayó en el Bernabéu ante un Atlético de Madrid que, sin ser mejor, hizo lo que tenía que hacer para llevarse la Copa. Lo que no había hecho en los catorce años anteriores. Y ganó con la misma moneda con la que le había pagado el Madrid: con remontada, frustración ante las ocasiones falladas y humillación en el campo rival. Ha tenido que aterrizar a Manzanares un entrenador con cáracter, sentimiento y fe para que se consiguieran tres títulos en año y medio. Para rescatar al Atlético del infierno en el que se encontraba. Ahora sí que hay rival digno para derby. Para mi, Simeone ya es candidato a entrenador del año. Y futuro entrenador de la próxima década.

La de ayer fue la noche más negra del Santiago Bernabéu que recuerdo. Se juntaron todos los factores para despedir a José Mourinho de la forma más cruel posible: con un fracaso absoluto esta temporada, con el vestuario dividido, la afición enfrentada y los dos máximos rivales proclamándose campeones de España ante sus ojos. Fue una noche agria, como lo fue el día entero. 

Mientras escribía una reclamación a RENFE por la pérdida de mis 5 euros pensaba en que éste sería un país mejor si me respondían con educación y me devolvían mi dinero con intereses, disculpándose por lo sucedido. Horas después, imaginé a Mourinho, jugadores y presidente del Madrid pidiendo perdón por el grotesco espectáculo. Creo que, oficialmente, soy cinco euros menos rico. Y cien veces más utópico.

@david_lrl


jueves, 16 de mayo de 2013

La redención de Fernando Torres

En el fútbol, además del estado físico, de las habilidades técnicas, del buen golpeo, remate de cabeza, colocación bajo palos, seguridad defensiva, control del balón y remate a puerta; existen una serie de factores  que tienen que ver con el estado anímico, y que repercuten en el jugador a la hora de mostrar un nivel menor o mayor de su capacidad total de rendimiento. Hay jugadores muy fuertes mentalmente, capaces de
soportar cualquier crítica, de ser inmunes a la presión o de superar una lesión que podía haber destrozado su carrera. Sin embargo, conviene recordar que el futbolista es un ser humano que, a pesar de cobrar una cantidad considerable de dinero -lo suficiente, según muchos, como para no quejarse de nada- sigue siendo un ser humano, y como cualquier trabajador, puede verse afectado por problemas dentro o fuera de su círculo. Y estoy seguro de que la mayoría de jugadores de fútbol han tenido que soportar en algún momento de su carrera una carga emocional de este tipo.

No creo que Fernando Torres sea de coraza frágil ni mucho menos. Se echó al Atlético de Madrid a la espalda con apenas diecisiete años y demostró una madurez propia de un veterano cuando dejó como capitán el club de sus amores en busca de títulos en Liverpool, donde se convirtió en un héroe. Por el camino, no le tembló el pulso en toda una final de Eurocopa de naciones, cuando batió a Lehmann y con ello 44 años de sequía de títulos en la selección española. Aquel Fernando Torres fue considerado uno de los mejores delanteros del momento (balón de bronce en 2008) en Europa, y aun así todavía tenía detractores desde España, sobre todo a raíz de sus números con la selección -las comparaciones con David Villa eran terribles-. Pero eso a Torres no le inquietaba. Estaba en la cresta de la ola. Y se veía capaz de todo.

El punto que separa una carrera meteórica de la consagración como jugador histórico del fútbol español se remonta al 8 de abril de 2010, cuando Fernando sufre ante el Benfica una lesión de menisco que marcará sus dos años siguientes. Llegó renqueante al Mundial, pero Del Bosque confió en él y lo alineó como titular en cuatro de los cinco primeros partidos. En semifinales, no tuvo más remedio que sentarlo en el banquillo. El rendimiento de Fernando fue nulo. Torpe, intrascendente, incapaz de aportar nada al conjunto. No se arrepintió de forzar para estar en una competición en la que iba a tener una de las pocas oportunidades de su vida, la de conquistar la Copa del Mundo. "¿Que si vale la pena? Ya lo creo", señaló Torres al conseguir un título inolvidable con la Roja.

Sin embargo, no salió bien parado al volver de Sudáfrica. Y su decisión de fichar por el Chelsea viendo la incapacidad de conseguir títulos con el Liverpool fue una losa que le pesó y le pesó durante mucho tiempo. De repente, a Torres se le juntó todo: problemas físicos constantes, la presión de haber costado 50 millones de libras, las burlas de los aficionados ingleses -los medios le nombraron esa temporada uno de los peores fichajes de la Premier League- el pésimo apoyo de la afición española, la escasa confianza que le mostraba su nuevo entrenador, Villas Boas... ¿Qué jugador puede soportar tanto en tan poco tiempo? Pasó de ser el jugador más querido por los "reds" al más detestable por los "blues". Del jugador que llevó a la selección a su primer título de una época dorada, a ser prácticamente el único jugador discutido de todo el combinado español. Si verle marcar cada fin de semana era lo habitual, los goles de Torres comprendidos entre 2010 y 2012 eran celebrados como "hechos históricos".

Era evidente que, tras la recuperación de la lesión, habían quedado secuelas, Pero no eran físicas, sino mentales. El "Niño" perdió la confianza en sí mismo. Deambulaba por el área como pollo sin cabeza, apenas aprovechaba su velocidad para irse de un defensor, ni siquiera era capaz de controlar bien una pelota. Estaba claro que no era un problema de bajón técnico, sino anímico. Nadie baja tanto el nivel de la noche a la mañana. Torres no era el mismo, porque su mente no era la misma. Lo más importante para su recuperación deportiva tenía que ver con la confianza. Necesitaba apoyo, cariño, y sentirse válido. Y tuvo la suerte de cruzarse en el camino con tres entrenadores que entregaron toda su fe al madrileño.




El primero fue Roberto Di Matteo. Con la destitución de Villas-Boas, Torres reinició el sistema y trató de empezar de cero, aunque tuvo la mala suerte de encontrarse al mismo tiempo con el mejor Drogba de la temporada, el que acaparó todo el protagonismo en una Champions donde se coronaron los "blues". Fernando participó poco, pero un gol al Barça en semifinales cerró el pase a la final frente al Bayern, una final en la que obtuvo escasos minutos para lucirse. Sin embargo, la temporada terminaba mejor que la anterior: con el mejor título a nivel de clubes bajo el brazo, la recuperación de confianza en el equipo londinense, que le declaró intransferible y no fichó a ningún "9" en el mercado a pesar de la marcha de Drogba; y la vuelta a la selección española tras unos meses en los que Del Bosque decidió no convocarle.

Y llegamos así al técnico salmantino, uno de los entrenadores que más confió en su potencial en los peores momentos. Con toda España en contra, Del Bosque convocó a Torres para la Eurocopa de Ucrania y Polonia, aunque iba a partir como suplente, ya que España comenzó a jugar con falso nueve. Pero eso no preocupó a Fernando, que se proclamó máximo goleador del torneo con su doblete a Irlanda y su gol y asistencia en la segunda parte de la final ante Italia. Daba la sensación de que Torres estaba volviendo. En pequeñas dosis, pero volviendo.

Sin embargo, la temporada 12/13 no comenzó como esperaba. El Chelsea se alejó muy pronto de los primeros puestos y fue eliminada a las primeras de cambio en Champions. Incluso cayeron derrotados en la final del Mundial de Clubes, en un partido en el que Torres falló una ocasión clarísima que podía haber dado la victoria a su equipo. Al mes siguiente, el club contrataba a uno de los máximos anotadores de la Premier hasta ese momento: Demba Ba. Torres volvía a un segundo plano y su salida estaba más pronto que tarde. Para muchos, Falcao ya era el nuevo delantero del Chelsea, incluso Lukaku -cedido al West Brom- poseía mejores cifras anotadoras que el "Niño" y se le veía como relevo para la temporada siguiente. La mejor noticia que podía esperar Fernando Torres se hizo posible con la llegada de Rafa Benítez al banquillo londinense.

Con Benítez no sería titular ni mucho menos, al menos "por la cara", pero esa inestabilidad que llevaba dos años en su interior dejó de molestarle para siempre. Los mejores momentos de la carrera del madrileño fueron con Rafa de entrenador en el Liverpool, y su plena confianza en él le animó a seguir luchando. Contó además con el inmenso apoyo de toda la plantilla, en especial de los españoles: a Oriol Romeu y Mata se habían unido Azpilicueta y el propio técnico. Tocaba comenzar otra vez de cero. Y sería la última vez.

He visto muchos partidos de Torres en estos últimos tres años, y hacía tiempo que no le veía con tanta confianza. Fue el pasado 4 de abril frente al Rubin Kazan en cuartos de la Europa League. Fernando ya no deambulaba por el área, ni fallaba en los controles, ni le daba miedo entrar en el trapo. En aquel partido hasta daban ganas de que agarrara la pelota. Corría de un lado para otro como una exhalación, se desmarcaba con facilidad, aparecía por todo el terreno de juego, lanzaba contraataques con peligro, remataba todo lo que llegaba y no tenía miedo en encarar y realizar destellos, como un impresionante centro de rabona desde la derecha que acabó en ocasión de gol. Ah, y marcó dos tantos. Pero eso fue lo menos relevante. Torres había vuelto, y esta vez en dosis muy grandes, enormes.

La confirmación de su regreso queda demostrada al ser uno de los artífices de la consecución de la Europa League por el Chelsea. En la competición que no podía jugar Demba Ba, aprovechó su minutos con seis goles en los últimos seis partidos. El último de todos, en la final. Agarró un balón, se deshizo de un defensa en carrera, sorteó al portero y cruzó al palo contrario. ¿Les suena? Ya lo creo, hizo lo mismo hace cinco años en otra final europea. Entonces era el rey del mundo. Ahora, por lo menos, aspira a volver a serlo.

@david_lrl


martes, 7 de mayo de 2013

José Mourinho: Reflexión

¿Sabéis todas las polémicas en las que se ha envuelto Mourinho a lo largo de estos tres años en el Real Madrid? Muchísimas. Demasiadas. Tanto, que tuvo que dejar hasta de acudir a rueda de prensa y ocupar su puesto Aitor Karanka. Se llegó a enfrentar con los periodistas, y eso en España, se traduce en forma de venganza. Igual que Mourinho tiene la osadía de darle palos a todo lo que se mueve, la prensa española no duda en criticar una y otra vez al entrenador del Real Madrid. Por todo lo que haga. Por todo lo que diga. Por todo lo que piense.

Está claro que a Mourinho se le puede criticar una y mil veces porque ha dado motivos para ello: le metió el dedo en el ojo a un técnico del Barça, menospreció al Málaga, a Pellegrini, a Pedro León, celebró un gol en la cara de los aficionados del Villarreal, ha llorado mil veces por los árbitros, ha criticado a la afición madridista, a entrenadores pasados, a la UEFA, a los calendarios y horarios de la Liga... el periodismo deportivo español le ha atizado siempre que ha podido, y me parece perfectamente normal siempre y cuando se reconozcan también sus éxitos deportivos con el club blanco, que muchos quieren descalificar: llegó a un Madrid que llevaba casi veinte años sin ganar la Copa del Rey, la última vez eliminado por un 4-1 global frente al Alcorcón en primera ronda; a un Madrid hundido en Champions, eliminado en octavos de final por sexto año consecutivo; y quedando segundo otra vez en Liga, después de un sextete del FC Barcelona en 2009 y otros dos títulos más en 2010.

Tres años después: el Real Madrid ha evitado que el mejor Barça de la historia se coma la tostada en todas y cada una de las competiciones, obteniendo una Liga con récord de puntos y goles y una Copa del Rey y una Supercopa ganándole, precisamente, a los azulgranas. Ya nadie recuerda -y esto ha pasado esta temporada- que el Madrid eliminó al Barça de la Copa del Rey venciendo en el Camp Nou de forma aplastante (1-3) y que no ha perdido en ninguno de los últimos cinco enfrentamientos entre ambos -3 victorias y 2 empates-. En Champions, el Madrid ha dejado de hacer el ridículo cayendo en octavos a alcanzar por tres veces consecutivas las semifinales, que perdió frente a FC Barcelona, Bayern y Borussia de Dortmund, las tres veces rozando la clasificación para la final. Y en Copa: se conquistó en 2011 y se jugará la final de 2013 frente al Atlético de Madrid este mismo mes.

Para muchos, esto no es suficiente porque a un equipo como el Real Madrid se le debe exigir mucho más. Pero yo no creo que ese sea el problema que el periodismo y la afición tienen con José Mourinho. Conozco a mucha gente que le vitoreaba en su primer año -calcado a este- y le quería poner una estatua en el segundo. Su ruptura definitiva vino a través de una serie de sucesos que han venido ocurriendo a lo largo de esta temporada:

- Su desacreditación al entrenador del Castilla, Alberto Toril, reclamándole una mayor ayuda para el primer equipo.

- La polémica con el periodista Antón Meana (MARCA) al que le dijo "En el mundo del fútbol yo y mi gente somos top y en el mundo del periodismo tú eres una mierda".

- Los malos resultados deportivos, sobre todo a principio de temporada: tres pinchazos en los cuatro primeros partidos le hicieron partir con desventaja en la Liga, que se sepultó con la derrota ante Betis y Málaga y el empate contra el Espanyol en el Bernabéu y contra Osasuna en Pamplona. La Liga ya estaba perdida a principios de año.

- Y sobre todo, y más importante: Ya con cierto enfado acumulado tras los últimos acontecimientos, la afición madridista y gran parte del sector de la prensa no pudo aceptar que se desprestigiara a símbolos del madridismo y de la selección española como Del Bosque o Iker Casillas. El primero, porque ganó un Balón de Oro con un sistema de votación amañado -que fue lo único que dijo, que el sistema estaba amañado- y el segundo porque fue suplente dos o tres partidos antes de su lesión de tres meses y porque ha sido suplente desde que ha vuelto de dicha lesión, en parte porque el trabajo de Diego López bajo palos está siendo absolutamente espectacular, y en parte porque, como ha dicho hoy Mourinho en rueda de prensa:, le gusta más Diego López, y "mientras yo sea entrenador del Real Madrid, mi portero será Diego López".




Que hay un conflicto en el vestuario a raíz de la suplencia de Casillas es muy probable. Lo ha dejado entrever Pepe con sus declaraciones al terminar el encuentro frente al Valladolid y lo dejó entrever Sergio Ramos hace unos meses en Cadena Cope. Lo malo es que el capitán y portero madridista no se pronuncia al respecto -quizás porque ve cercano el adiós del entrenador portugués o porque no quiere aumentar la presión de cara al trascendental partido de Copa frente al Atlético-, y aunque algunas hipótesis se acercan mucho a lo que puede ser la "verdad", de momento se seguirán quedando en lo que son, hipótesis.

Pero lo cierto es que, tras desglosar los tres años de Mourinho al frente del Madrid, se pueden sacar las siguientes conclusiones:

1. José Mourinho ha cumplido como entrenador del Real Madrid de manera sobrada. Ha entrado en la historia como el técnico que ganó una Liga con más de 100 puntos y más de 120 goles y como el único que fue capaz de frenar la supremacía del mejor Barça de la historia en España. Ah, y ha conseguido 3 títulos y devolver al club blanco el respeto y el orgullo que su historia merece.

2. José Mourinho, paralelamente a todos esos éxitos, ha sumado múltiples polémicas que han alimentado titulares de prensa y afeado la imagen del Real Madrid en muchas ocasiones. En este enlace de "Fútbol Primera" podéis encontrar hasta 50 de ellas. Sin embargo, cuando el Madrid triunfaba la temporada pasada levantando la Liga frente al máximo rival, casi nadie se quejaba de esas polémicas. "Lo importante es el rendimiento deportivo". Ahora ya no lo es.

3. Si Mourinho ha provocado un conflicto dentro del vestuario, independientemente de cual sea la causa, debe abandonar sí o sí el Real Madrid a final de temporada. Un equipo que no está a gusto con su entrenador nunca puede ser un equipo.

4. Mourinho ha sentado a Casillas porque Diego López está deslumbrante. Eso no se puede dudar, hemos visto paradas de Diego tan milagrosas como las que firmaba el "Santo", y que han resultado decisivas en los partidos más importantes de la temporada. Los que piden la cabeza de Mou por sentar a Casillas deben saber, en primer lugar, que el entrenador elige a quien le plazca -y eso a muchos se les olvida- y en segundo lugar, que ahora mismo no se puede quitar de ahí a Diego López. ¿Habéis visto sus últimas actuaciones? Es que después de todo lo que ha hecho, en el único club en el que puede ser discutido es en el Real Madrid, porque tiene al mejor del mundo como compañero. Pero por muy discutido que esté, mientras no falle, será injusto sacarlo de la titularidad. Y si todo ese odio acumulado hacia Mourinho viene a raíz de eso, siento decir que ese odio está poco justificado.

5. Queramos o no, Mourinho se irá del Real Madrid por la puerta grande. Insultado, odiado por todos y acribillado a miles de críticas, pero con la cabeza bien alta después de haber devuelto al Madrid al lugar que le correspondía. Una situación deportiva que no sentía el Madrid desde hacía diez años, cuando a Florentino Pérez se le ocurrió la absurda idea de destituir a Vicente Del Bosque.


@david_lrl



jueves, 2 de mayo de 2013

Caer de pie... o de rodillas

De antemano: ya sé que el resultado que traía de la ida era más difícil para el Barça que para el Real Madrid, incluso hay que comentar que el rival casi con total seguridad es más duro que el Borussia Dortmund, pero resulta interesante comparar la predisposición de blancos y azulgranas en su intento por conseguir una remontada histórica ante los alemanes.

El Real Madrid salió a un Bernabéu abarrotado, lleno a rebosar, con 80.000 almas gritando una y otra vez "Sí se puede". Los primeros 15 minutos de los blancos fueron impresionantes. La gran intensidad fue clave para llevar al Dortmund, por primera vez en cuatro partidos contra los de Klopp, al terreno que quería el Madrid. Si en esos minutos el conjunto madridista hubiera marcado un solo gol, probablemente la
eliminatoria se abría decantado un poco más hacia el equipo de José Mourinho. Sin embargo, la puntería de Cristiano, Higuaín y Özil no estuvo por la labor. Y para cuando entró Benzema y devolvió la sensación inicial de poder remontar con un gol y una asistencia, ya era demasiado tarde. El Dortmund tuvo sus ocasiones, pero las más claras se estrellaron en el larguero y en un sensacional Diego López, que realizó una de las mejores paradas de la temporada. En el minuto 88, con el Madrid lanzado, la afición coreando y el Dortmund contra las cuerdas, el centrocampista borusser Bender aprovechó un derribo para caer desplomado en el suelo aquejado de molestias y paró el partido durante dos minutos apróximadamente. Los jugadores se enfriaron, no la afición, que se había vuelto loca tras seis minutos mágicos. Finalmente, la remontada no se completó y el Real Madrid cayó eliminado por tercera vez consecutiva en unas semifinales de Champions. Eso sí, lo hizo con la cabeza alta, orgullosos de haberlo intentado y haber estado tan cerca. Por fin se consiguió derrotar a este equipo plagado de jóvenes estrellas, que en la ida mancharon el escudo blanco. En la vuelta, los madridistas limpiaron lo mancillado. Y pueden estar verdaderamente satisfechos. Cayeron de pie.


El FC Barcelona, en cambio, no se le veía ni por asomo con la sensación de poder remontar el aplastante 4-0 encajado en la ida. Con problemas en defensa, con Busquets fuera de la convocatoria y Messi recayendo de su lesión, lo único que daba sensación de partido Champions era el mosaico que apareció entre las gradas del Camp Nou. En el césped, el Barça fue una caricatura. Nunca dio la sensación de que podía marcar siquiera dos goles. La dificultad de encontrar espacios hizo que el Barça probara a chutar desde fuera, aunque con lanzamientos demasiado centrados y dóciles para Neuer. El Bayern, en cambio, llegaba con mucho peligro a la meta de Valdés. Parecía que eran los bávaros los que tenían que remontar. Al descanso, el marcador era de 0-0 porque Piqué completó una gran actuación defensiva, tapando muchos de los agujeros que sus compañeros dejaban a su paso. Pero con quien tendrá pesadillas para siempre será con Arjen Robben, que se deshizo de él en varias ocasiones, aunque no estuvo en la jugada del 0-1, donde hizo un recorte a Adriano y chutó al palo contrario con un zurdazo colosal. Minutos después llegarían dos jugadas espectaculares de Ribery por la izquierda que acabaron en goles de Pique en p.p y Muller, que ya lleva ocho goles en UCL esta temporada. Tito no se la jugó con Messi: metió al campo a Alexis, Montoya y Thiago Alcántara. Se comprobó que Xavi no está bien físicamente, que Villa no está en forma, hasta Iniesta pasó desapercibido. Jugadores como Song y Bartra, que no han jugado demasiado esta temporada, acusaron su falta de minutos. Pero en definitiva, lo más preocupante fue la incapacidad de demostrar al menos que el Barça quería ganar el partido. Porque los azulgranas no tuvieron ni intensidad, ni presión arriba, ni buena combinación entre sus atacantes, ni desborde, ni dinamismo. El Barça al que nos tienen acostumbrados se diluyó como un terrón de azúcar en café. Por eso, la imagen del conjunto de Tito Vilanova se arrastró por los suelos, con un 0-7 global que no se había dado en toda su historia. Fue como cerrar el grifo muy de pronto. El Barça no tuvo más remedio que sucumbir y caer, como no, de rodillas.


@david_lrl