El Racing se hunde. Lo peor es que cada día que pasa, más gente se da cuenta y emigra del barco. Y parecen ya pocas las soluciones que se proponen para salvar a un club tan histórico como endeudado.
No pintaban así las cosas en enero. El conjunto santanderino estaba en crisis, como la mitad de la Liga española, y rápidamente se buscaron inversores en el extranjero. Fue cuando apareció Alí Syed, un empresario indio que venía con galones de superhéroe al rescate, a base de poseer una fortuna cercana a los 8300 millones de euros. Su carisma enamoró a dirigentes, afición e incluso al presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla. Dijo que el Racing llegaría a ser el "tercer mejor equipo de la Liga BBVA" y que "Voy a poner todos mis conocimientos y mi fortaleza financiera al servicio del Racing de Santander, para llevarle al mayor nivel de éxito en España y en Europa". Sin embargo, el principal e inminente objetivo era la permanencia. Y la consiguió: liderados por su entrenador Marcelino García Toral y su cesión estrella, Giovani Dos Santos, los verdiblancos obtuvieron la permanencia en Primera incluso una jornada antes de lo previsto. Todo era felicidad por entonces, pero nada más lejos de la realidad. Porque Ali Syed lo hizo sin gastarse un duro. A nadie le importaba, la permanencia estaba asegurada. Pero el inversor indio no cumplió sus promesas. Y mientras tanto, los jugadores no cobraban, y las deudas aumentaban. Prometió sanear el club y lo dejó más endeudado. Sus 98,9 % de acciones valieron para comprar un equipo necesitado y desesperado, que le iba a dar unos cuantos meses de diversión, pero en el momento en el que su juguete comenzó a aburrirle, desapareció y todavía no se sabe nada de él desde hace un tiempo. Y dejó al Racing endeudado, en Ley Concursal y con una plantilla mediocre para mantener la categoría.
Marcelino, visto que no cobraba, se marchó al Sevilla. Jugadores clave del Racing la pasada campaña (Henrique, Pinillos, Lacen, Giovanni, Rosenberg) también rescindieron sus contratos o no los renovaron. Llegó Héctor Cúper como el fichaje más mediático, aunque muy venido a menos (había fracasado en sus últimos equipos, como el Aris griego, la selección de Georgia o el propio Real Betis de nuestra Liga). Ayer dimitió dado los pésimos resultados (una victoria en trece partidos) y la condición de colista de Primera División. Otro que se marchó del barco, antes de que se hundiera con él. Su último favor fue dimitir para no obtener una indemnización que no podía pagar el club cántabro. Logró empatar con Sevilla, Real Madrid o Levante, pero hoy en día es el segundo equipo menos goleador, y el cuarto más goleado.
Mientras, Francisco Pernía se hizo con el control del 0,11 % de acciones que no pertenecen a Alí Syed al vencer en la compra a Bernando Colsa y los pequeños accionistas, los peñistas del Racing de toda la vida, que se ofrecieron durante la semana a colaborar por salvar al Racing de la quiebra y evitar que el propio Pernía entregue las riendas del club al odiado Dimitri Piterman. El próximo 18 de diciembre se hará oficial, si Alí Syed no aparece por allí, que Francisco Pernía toma el control del club. Será entonces cuando se firme o no un acuerdo con inversores brasileños para sanear las deudas que en octubre de este año ascendían a cuarenta y ocho millones de euros. El futuro de un club casi centenario se tambalea. ¿Alguien es capaz de evitar la catástrofe?
@david_lrl
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