Entrevista. Tras veinte años en la élite, la única atleta española en conseguir una medalla olímpica ha decidido retirarse definitivamente. Ha sido toda una carrera de éxitos, de subidas y bajadas, pero sobre todo de no rendirse nunca. María Vasco, la mejor marchadora de nuestro país, nos abre su corazón y nos cuenta con total sinceridad los momentos más importantes de su vida, lo que ha tenido que luchar para conseguir reconocimiento, lo que ha vivido y lo que le espera y si existe relevo generacional en un deporte que apenas cuenta con ayudas económicas.
P. ¿Te acostumbras
después de estos días a no salir a correr, a no hacer ese ejercicio, a haber
dejado la marcha?
R. Bueno, de momento sigo entrenando, sobre todo
porque tengo tiempo ahora hasta que salga algo definitivo en cuanto a trabajo. Pero en la marcha, sí que es verdad
que ya no tengo esa obligación de hacer mi trabajo aunque lloviera, nevara y demás… Ahora me lo tomo de otra manera.
P. ¿Por qué deja
María Vasco la marcha?
R. Porque creo
que hay que saber hacerlo a tiempo, creo que no hay que arrastrarse en el
asfalto, porque es una etapa que tenía que cerrar. Han sido 27
años, veinte en la élite mundial. Cuando falta esa motivación e ilusión hay que
saber decir “hasta aquí hemos llegado”.
P. Mejor marchadora
de la historia de nuestro país. Única atleta medallista olímpica… Cuando
empezaste, ¿Se te pasó por la cabeza imaginar que conseguirías todo lo que has
conseguido?
R. No no, para
nada. Qué va, madre mía. Cuando tenía diez años, decidí empezar esa especialidad que no estaba tan vista,
que no era fácil de hacer porque recibías muchas risas, sobre todo de los niños
de esa edad. Fui una niña que tenía claro muy pronto que quería hacer eso y
nunca pensé en lograr esta barbaridad. El hecho de ir a una Olimpiada ya es una
pasada, pero quién me iba a decir a mí que iba a ir a cinco y que tendría
medalla olímpica y diplomas olímpicos. Impensable. Yo creo que eso no te lo
planteas.
P. ¿Cómo recuerdas el
momento de entrar en el estadio en Sidney? Momento surrealista, porque en los
últimos kilómetros te dicen que vas tercera, no te lo terminas de creer…
R. Un ‘cámara’ en
moto se me pone al lado y me dice “María, vas tercera”. Y claro, como los
avisos de descalificación llegan un poco más tarde, yo todavía veía a la
que iba en primer lugar, que en ese momento era Jane Saville, una australiana
encima, que estaba corriendo en casa. Y yo diciéndome: “¡Pero qué barbaridad me
está diciendo este hombre, que voy tercera!”. Y quedaba sólo un kilómetro. Entro
en el túnel de llegada al estadio y me vuelve a confirmar otra persona que voy
tercera. Digo: “todos no me van a bromear con lo mismo, ¿no?”. Y en la recta final fue cuando descalificaron
a Jane Saville, creo que entrando al túnel, y entonces doy crédito de que sí
que es cierto. Nunca pensé la que se iba a montar, porque acababa de hacer
historia, y de momento soy todavía la única que lo ha conseguido.
P. Y luego, ese bronce
en el Mundial de Osaka, muchos años después…
R. Sí, en el 2007. Pasan unos años en los que obtengo buenos
resultados, pero está claro que ganar una medalla olímpica a los 22 años requiere
un tiempo de madurez, madurez que yo no tenía deportivamente todavía. Cuando
llegaron las grandes competiciones, me colgaban anticipadamente una medalla.
Yo eso no lo podía controlar, competía excesivamente nerviosa y eso me
perjudicaba. En el 2006, cuando pasó algo tan grave como perder a mi padre,
estuve a punto de tirar la toalla, pero un día me levanté y pensé que rendirme significaría darle la espalda a mi padre, que siempre me había apoyado.
Le di la vuelta a la tortilla psicológicamente y comencé a entrenar para
conseguir una medalla y poder dedicársela a él. Y así fue.
P. ¿Cuál ha sido el
mejor y el peor momento de tu carrera?
R. Sidney tiene
que ser el mejor. También fue muy bueno el que hemos comentado, el de 2007,
porque hay un antes y un después de María Vasco. Esa medalla la tomo como una segunda
carrera deportiva. Y el peor, el Europeo de Barcelona, que no pudo ser. Creo
que el hecho de estar compitiendo en casa, el tener muchas expectativas me creó una tensión que no supe controlar y eso
perjudicó mi musculatura. Yo sentí que había defraudado a la gente que me había
venido a ver, que me sigue y yo no conozco… Pero nada, me volví a levantar y
seguí preparándome para otro campeonato. Así ha funcionado mi carrera
deportiva. De las derrotas he aprendido también muchísimo, evidentemente.
P. ¿Alguna vez has
pensado que no te has sentido suficientemente reconocida?
R. Sí, no tengo
duda de ello. Es más, cuando conseguí la medalla olímpica pensé que tenía
muchas cosas solucionadas, pero me di cuenta de que no era así. Ahí fue cuando
pensé: “Si conseguir una medalla olímpica supone esto, ¿cuándo no se consiga
qué va a ser?”. La marcha no ha sido una
disciplina que se haya valorado lo suficiente, aunque hemos conseguido grandes
medallas. Y quizás María tiene un poco más de visibilidad y se le conoce más
porque he sido una mujer muy reivindicativa, porque he estado en las grandes
competiciones, llevo muchos años compitiendo a un alto nivel y siempre he sido
finalista; me considero una mujer muy solidaria porque intento estar en todo lo
que pueda ayudar… He abierto mi propio camino, pero no me he sentido realmente valorada.
Y ha sido ahora, después de mi retirada, cuando me he dado cuenta de que es increíble
las muestras de cariño que me da todo el mundo. Me siento en una nube que yo
misma he sembrado y me toca ahora recoger.
P. Es una lástima que
todos esos elogios y reconocimientos no hubieran venido antes…
R. Bueno, pero
mejor ahora que nunca (risas). Está bien que por lo menos pueda disfrutarlo
ahora, la verdad.
P. ¿Y qué va a ser de
María Vasco a partir de ahora? ¿Quieres dedicarte a algo cercano al atletismo?
R. Cerca del
atletismo, por supuesto. Hago algún entrenamiento con niños y demás, pero eso
no da para vivir. A mí me encanta el tema de la moda y la belleza, también me encantaría
poder colaborar con algo en televisión, si es con deporte, con deporte… Soy una
persona bastante versátil en ese sentido, no sólo me he encadenado en el
deporte, pese a que ha sido mi vida y es lo que me lo ha dado todo. Empiezo una vida laboral con 37 años, que en
ese sentido soy una mujer virgen. Tengo que aprender muchísimas cosas pero
estoy dispuesta a ello. Toda mi vida la he llevado con esfuerzo, sufrimiento y
la ilusión y la motivación que le he puesto a mi trabajo. Y voy a seguir
haciéndolo.
P. ¿Hay relevo
generacional en el Atletismo?
R. Sí, yo creo
que sí. Lo que pasa es que quizás estamos en una etapa en el que estas personas
necesitan esa madurez, y hay que darles un poco de tiempo. Tenemos grandes
marchadoras que necesitan competir en alta competición y coger ese truco que yo
tuve que coger. También se necesita mucho apoyo, porque sí que es cierto que si
yo siguiera marchando no podría dedicarme al cien por cien, tendría que hacer
un entrenamiento y combinarlo con un trabajo, porque las becas que hay ahora no
dan para poder vivir. Si no te puedes dedicar al cien por cien es muy complicado
estar en la élite mundial. Estamos en un momento difícil en el que hay que
apoyar bastante al atleta para que se puedan conseguir éxitos.
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