El F.C Barcelona se hizo ayer con su cuarta Champions League, tras doblegar, y vapulear, al vigente campeón de la Premier League, el Manchester United. La Champions es, sin duda alguna, el torneo más importante del fútbol en cuanto a clubes se refiere. Alzar esta copa es el sueño de todo jugador, de todo aficionado. En fin, el sueño de todo un equipo. Y qué mejor que, para una copa de ensueño, el que consiga alzarla sea un equipo de ensueño, con unos jugadores de ensueño.
El partido comenzó con un dominio del United durante el primer cuarto de hora. Un dominio basado en una presión asfixiante. No los dejaban enlazar, lo cortaban todo, y eso, para los de Guardiola es un serio problema. En cuanto la presión del principio cesó, el conjunto azulgrana comenzó a hacerse por completo con el control del juego. Y así, tras varios destellos magistrales de Leo Messi y un par de llegadas con mucho peligro -una de ellas clarísima de Pedro- llegó el primer gol de éste, el primero del F.C Barcelona.
El partido parecía decantarse, por fin, del lado culé. Sin embargo, a los siete minutos del gol de Pedro, Rooney logró un golazo, tras un robo de balón en medio campo y dos paredes. Fue un gol extraño. Por primera vez parecía que al conjunto azulgrana le daban con su propia medicina, empatándoles el partido tras una maravillosa jugada, de esas que tanto acostumbran hacer los culés
Así se llegó al descanso. El United creía. Los diablos rojos estaban convencidos de lograr la vendetta de la final de hace dos años, cuando también perdieron, esta vez por 2-0. Muy a su pesar, Leo Messi tardó poco en desvanecer las ilusiones del United con un zurdazo potente, y seco, desde la frontal del área. Un gol en el que, sin quitarle ningún mérito al astro argentino, el arquero Edwin Van der Saar pudo hacer algo más. El éxtasis apareció en el mítico Wembley, el sector azulgrana se volvía loco, más incluso que Messi en su celebración. Y así, sin tiempo para asimilar que volvían a ponerse por delante en el marcador, llegó el espléndido tanto del Guaje, de David Villa. Un golazo digno del máximo goleador de la historia de la selección española. Un sensacional tiro, que aunaba colocación y potencia, que se coló por la escuadra izquierda del portero del conjunto inglés. Aquí, sí, éste poco pudo hacer. Se limitó a poner cara de incrédulo tras ver el balón al fondo de la red.
De esta forma, el conjunto azulgrana gana su tercera Champions en 6 años, un hito al alcance de muy pocos. Son unos elegidos, unos fueras de serie que combinan de tal forma, que no puedes hacer otra cosa que rezar para que no tengan su día. Y ayer lo tuvieron, como la mayoría de veces. Hacen que parezca fácil, es increíble. Lo único que queda por hacer es disfrutar, disfrutar muchísimo de un equipo irrepetible, mágico. Un equipo que llena de alegría a sus millones de seguidores. Y no solamente a ellos, si no a todos los aficionados al fútbol. ¡Gracias, cracks!
por Sergio Berenguer
Twitter: @SergioB91
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