No hay jugador tan bueno, y a la vez tan humilde, como Andrés Iniesta Luján. Era un chaval de Albacete y todavía lo sigue siendo, incluso después de marcar aquel gol que pervive en la mente de todos los españoles. Incluso después de ser el MVP de la pasada Eurocopa. Hasta ayer, cuando recibió el premio a mejor jugador del continente. En Johannesburgo fue para Dani Jarque, en una imagen que quedará para siempre en la historia. En la gala de la UEFA, sintiéndose un total desconocido entre los que dicen son "los mejores jugadores del mundo", regaló ese premio a sus compañeros del Barça y de la selección, porque "sin ellos, ningún premio individual tiene sentido". En estos tiempos que corren, en los que el fútbol es un deporte de masas, dinero y espectáculo, donde los jugadores parecen cumplir un mero papel mediático, envueltos en fama, lejanos a lo que conocemos por "normalidad"; asistimos a la imagen de un joven campechano, tímido ante los focos, que se avergüenza hasta de marcar el gol más importante de la historia de España "si lo sé, no lo marco"; que no tiene conciencia de lo que está viviendo, que tras 12 años jugando a este deporte y siendo considerado uno de los mejores del mundo, sigue sin creérselo. No, no existen jugadores como Andrés Iniesta, y no hay nadie que merezca tanto el premio al mejor de Europa que Andrés Iniesta. Porque su elegancia la práctica con el balón y sin él. Fuera y dentro del césped. No le darán el Balón de Oro, pero estoy seguro que nada vale más que saltar a un campo visitante cualquiera y que aplaudan no sólo por lo que haces, sino por lo que eres. Enhorabuena Andrés, Europa se rinde ante la magia de un chaval de Fuentealbilla.
@david_lrl
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