Gareth Bale, Neymar, Isco… todos han sido protagonistas este
verano, pero apenas han sorprendido al espectador. Sus fichajes estaban apalabrados
desde hace tiempo y era cuestión de horas que se concretaran. No es el caso de
Mesut Özil, que el ultimísimo día de mercado se va al Arsenal por una cantidad
cercana a los 50 millones de euros. Algo impensable hace unos días, sobre todo
después de que el alemán dijera ante los medios que no se movía del Real
Madrid. Y es la primera vez que se escuchan rumores sobre la salida de este
futbolista desde que llegó al club blanco hace ya tres temporadas.
Mesut pisó por primera vez el Bernabéu siendo una de las
mayores promesas del fútbol alemán. Sus condiciones eran bárbaras. Y su precio,
irrisorio comparable a su calidad: 15 millones de euros. El Werder Bremen dejó escapar a su mejor
jugador por una cantidad muy lejana de su precio real. Con 21 años, ya era el
auténtico líder del equipo. Se marchó tras una brillante campaña en la que
marcó 10 goles y repartió hasta treinta asistencias. José Mourinho no lo pensó
dos veces: aquel jugador de ojos saltones sería el faro que iluminaría a su
Real Madrid.
Y así ha sido durante las últimas tres temporadas. Mesut
Özil ha brillado con luz propia en el club blanco, si bien ha tenido varias
lagunas que han mermado su rendimiento. No obstante, su primera temporada
auguraba muchas esperanzas en la casa blanca: no sólo los 10 goles que marcó,
ni las 28 asistencias que dio… el repertorio de regates, controles y pases al
espacio hicieron de Özil un jugador imprescindible. Tanto, que el Madrid llegó
a acusar su falta de regularidad en partidos clave, como en el período en el
que se sucedieron cuatro clásicos frente al FC Barcelona. Mourinho se cargó al
turco-alemán en la mitad de esos encuentros, pasando prácticamente desapercibido
en los otros dos. Sin embargo, había paciencia. Su año había sido casi
inmejorable y sólo tenía 22 años.
Y es que lo mejor estaba por llegar. En su segundo año como
jugador blanco, el alemán fue uno de los actores principales en la consecución
del título de Liga. Pese a que no fue su mejor temporada anotadora, volvió a registrar
una cantidad de asistencias abusiva: 29. Y esta vez si fue determinante en el
partido más importante: en el Camp Nou, frente al FC Barcelona, cuajó uno de
los mejores partidos de su carrera. Todos recordamos el pase que dejó a
Cristiano frente a frente con Valdés para anotar el gol que sentenció la Liga.
Su tercera temporada debía ser la de su confirmación. Y pese
a que le costó arrancar –no dio ni un pase de gol hasta la séptima jornada-,
Özil completó grandes partidos que le encumbraron como el futbolista
diferencial, capaz de cambiar un partido con un simple movimiento. Acabó con 10
goles y 24 asistencias. En total, 81 pases de gol dio el Mago de Öz, algunos de
ellos considerados como verdaderas obras de arte. Muchas de sus asistencias de
tacón son para enmarcar.
Sin embargo, Özil vive continuamente en aquello que llamamos ‘ojo
del huracán’. Igual que a los delanteros se les pide goles en todos los partidos,
a Mesut se le exige regularidad. Y lo cierto es que las estadísticas están con
él, pero cuando la bombilla se le apaga en encuentros tan decisivos como una
semifinal de Champions, no hay vuelta atrás: las masas han visto, han
dictaminado sentencia y se han marcado recordarlo por el resto de su vida. Es
lo que tienen los jugadores de tan valioso talento: cuanto más tienen, más se
les exige. Y Özil ha podido soportarlo durante tres años, y con bastante
solvencia.
Obviamente, Özil no ha llegado a ser, como dijo en su día
Florentino, ‘el mejor jugador del mundo’, pero sí ha crecido hasta ser un
futbolista diferente, de los que no abundan. Su calidad técnica compite con la
de Andrés Iniesta y, si me apuras, Zinedine Zidane. Me recuerda a ellos en la
conducción, el control del balón, los taconazos imposibles… pero sobre todo,
Özil me recuerda a Guti. En una versión mejorada, por supuesto. Gutiérrez tenía
un repertorio de pases muy semejante al del alemán, con la diferencia de que el
ex jugador del Real Madrid no los producía de forma tan progresiva. Pero ellos
dos eran de los pocos jugadores que han pasado por la historia blanca capaces
de encontrar el hueco donde nadie es capaz de encontrarlo.
Mesut es muy querido entre la afición madridista. Es de los
pocos futbolistas que no son silbados a pesar de realizar un mal encuentro, a
pesar de ser sustituido en un alto porcentaje de partidos desde que viste los
colores blancos. En el Bernabéu son exigentes, pero saben apreciar el buen
fútbol. Por eso en la presentación de Gareth Bale, Florentino no ha tenido más
remedio que mandar a callar a los cientos de madridistas que cantaban: ¡Özil no
se vende! ¡Özil no se vende!
Desgraciadamente, Özil sí se vende. Se marcha a la Premier League, donde van a
disfrutar del enésimo jugador de categoría que abandona la Liga española. Se
marcha a un equipo inferior en comparación a sus capacidades técnicas, pero que
le paga el doble de lo que le da Florentino. Obviamente, el Real Madrid deberá
dar una explicación sobre su venta, independientemente del negocio que ha
resultado –por marketing, por rendimiento y porque el Madrid jamás recibió
tanto por un traspaso en su historia- e independientemente de lo que ha costado
Gareth Bale. La salida de Özil ha sentado amarga entre los madridistas, justo
el último día de mercado. Y, seguramente, le habrá sentado mal a él, porque era
considerado una de las piezas clave del nuevo proyecto blanco.
Estoy seguro de que el Madrid, a pesar de la calidad de sus
futbolistas en tres cuartos de campo, va a echar mucho de menos a Özil, el
único capaz de encender la bombilla, de despertar la magia y de hacer posible
lo que para muchos resulta inalcanzable.
Es un jugador con una progresion increiblees sorprendentemente maduro para su edad, se te olvida la edad que tiene cuando le ves jugar. Mi mayor deseo es conseguir su distintivo camisetas de futbol.
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