Hay que ser un poco pesados, ¿verdad? Pesados y testarudos para estar ocho años rozando el éxito, golpeando una puerta que nunca se derrumbaba, soñando con un título que coronara a una generación constantemente a la sombra de la selección española. Muchos se habrían cansado de perder, de ser siempre los segundos de la clase. Los alemanes no. Ellos no se rinden. Tienen una fe inquebrantable en sus ideas. Confían en sí mismos. Con trabajo todo llega, decían. Y llegó. Alemania es la nueva campeona del mundo, y no puede haber mejor sucesor en el trono ocupado por la Roja durante estos cuatro años.
En un Mundial tan igualado como el de Brasil, donde no se ha impuesto ningún estilo concreto -aunque se ha puesto de moda el 5-2-3-, donde los partidos se han decidido por detalles y han pesado más los defectos que las virtudes, la favorita debía ser Alemania. Ya lo dijo Lineker: "el fútbol es un deporte en el que juegan once contra once y siempre ganan los alemanes". De entre la imperfección, los de Low fueron una maquinaria casi perfecta, que controló la mayoría de sus partidos exigentes y siempre compitió con alma de campeón. Fue más fiable que nunca: entre octavos y la final, solo encajó dos goles, uno de ellos con 7-0 en el marcador.
Alemania ha tenido que ganar a Portugal, Francia, Brasil y Argentina para coronarse como campeón del mundo. Esos cuatro partidos los ganó con un balance de 13 goles a favor y solo uno en contra. La defensa germana, más segura con Lahm en el lateral derecho y Boateng como pareja de Hummels, ha sido clave para la conquista. Neuer se ha erigido como el mejor portero del campeonato, y puede que del mundo. No ha tenido que participar en ninguna tanda de penaltis para demostrar que su trofeo es más que merecido.
El cambio de sistema benefició al equipo en todas sus facetas. Con Lahm de vuelta al lateral, Schweinsteiger pasó a formar parte de un centro del campo donde Khedira, totalmente recuperado de su lesión en el ligamento, se consagró como una pieza fundamental no solo en la recuperación, sino también en zona de tres cuartos. Toni Kroos se hizo con los galones y demostró su capacidad de liderazgo, su visión de juego y su maestría a balón parado.
Özil, más intermitente, fue indiscutible hasta el final. Le acompañaron Thomas Muller, un jugador hecho a semejanza de este torneo, y Miroslav Klose, que empezó como suplente pero se ganó la titularidad por tres sencillas razones: 1. Porque el sistema requería un '9' de envergadura que diera más libertad a Muller, 2. Porque a sus 36 años, se ha pegado las mayores palizas de su carrera futbolística. 3. Porque es una leyenda, el máximo goleador de la historia de los Mundiales, y un ejemplo dentro y fuera del campo.
La mejora en el juego fue considerable tras el cambio de esquema, llegando al punto culmen en la semifinal frente a Brasil. El 7-1 fue un arma de doble filo para la final: los alemanes rebosaban optimismo, pero sabían que lo que habían hecho era irrepetible. Y Argentina jugó un partido digno de admiración. Si los de Sabella no ganaron la final fue porque lo que se presumía como el arma más temible de los argentinos -la delantera- se convirtió en pólvora mojada, todo lo contrario que su inexpugnable defensa. Pese a que Alemania llevó el peso del encuentro en la mayoría de sus fases, encontrar una zona óptima de remate se antojó complicado. A Romero le sobró con estar bien colocado para interceptar los previsibles disparos germanos. Un cabezazo perfecto de Howedes al palo fue la única ocasión de peligro real del conjunto de Low, angustiado y sin ideas.
Sin embargo, al técnico alemán le salieron bien los cambios, todo lo contrario que a Sabella. Schurrle entró por Kramer -inesperado titular por la lesión de Khedira en el calentamiento- en la primera parte, y Gotze por Klose ya en el 88'. El talentoso jugador del Bayern se presumía, antes de arrancar el campeonato, como el jugador más desequilibrante de Alemania tras la fatídica lesión de Reus. Sin embargo, el cambio de sistema le perjudicó y fue relegado al banquillo en cuartos de final. No solo eso: jugó siete minutos ante Francia y ninguno ante Brasil. Pero Gotze es un elegido. Low se lo dijo antes de salir al campo: "Muéstrale al mundo que eres mejor que Messi y que tienes calidad para definir el Mundial". La cabalgada de Schurrle por la izquierda, su centro controlado con el pecho por Gotze y su remate al palo contrario de Romero ya es historia de los Mundiales.
Alemania perdió la final de la Eurocopa en 2008. Cayó en semifinales del Mundial de 2010 por un gol de cabeza del tipo que ayer les entregó la Copa. Cayó en semifinales de la Euro 2012 por dos hachazos de Mario Balotelli. Y esta vez, tras ocho años golpeando la puerta, se derrumbó para siempre. Otro Mario consiguió fabricar, como hace cuatro años Andrés Iniesta, un gol que perdurará en la eternidad. No es que Alemania sea un digno sucesor del trono que hasta ahora custodiaba España, es que es el mejor sucesor posible. Esta generación, que ha conseguido el cuarto título mundial, que ha protagonizado un 7-1 inolvidable, que ya es el primer europeo en conseguir una Copa del Mundo en Sudamérica, no podía irse con las manos vacías. Herzlichen Glückwunsch!