domingo, 25 de mayo de 2014

El Real Madrid ha vuelto

Me hice madridista por mi tío, que vivía en Manchester cuando yo era un crío, y cada vez que venía al pueblo yo quería estar con él donde fuera, aprovechando el poco tiempo que disfrutaría de su compañía. Entonces me hablaba del Real Madrid, de su grandeza, de una época dorada que precisamente se estaba consumando en ese momento. Tres Copas de Europa en cinco años. No recuerdo haber visto la séptima. Ni siquiera la octava. De la novena tengo ráfagas en un sofá, o en el suelo de mi casa, mirando las musarañas. Lo único que recuerdo de mi infancia relacionado con el Madrid es mi tío, que me compró una camiseta azul, con publicidad 'TEKA' que guardo como un tesoro.

Con mi tío, la primera vez que fui al Santiago Bernabéu a ver a mi equipo
Desde los doce años hasta ahora, toda mi pasión se cimentó sobre esa camiseta azul que me regaló mi tío. La primera vez que fui al Bernabéu, la primera vez que celebré un título, tocando la campana en el Pub de mis tíos; la primera vez que escribí en una libreta todas las estadísticas de los jugadores blancos, o la primera vez que me coleccioné todas las 'Fichas de la Liga' -hasta tuve que pedir algunas por correo-. Querer saberlo todo de tu equipo implica leer libros de historia, entrar en todas las páginas de internet, hablar con gente de otra época, para aprender de un Madrid de otra época.

Y descubrí que el Madrid fue nombrado mejor equipo del siglo XX. Que era el equipo con más Ligas del país. Y el club con más Copas de Europa del continente. Que sus jugadores, además, ganaban Mundiales y Eurocopas con sus selecciones. Era aficionado de un equipo que lo había ganado todo y no se cansaba de ganar.

Y contra todo pronóstico, cuando yo ya era un seguidor de los de verdad, el Madrid se cansó de ganar. Cuatro años sin títulos hasta una Liga conseguida a base de remontadas imposibles y el juego más rácano que vi jamás. Ridículos en Irún y Alcorcón. Goleadas del Barça. Y en Champions, donde se suponía que el Madrid era el rey, acumuló un fracaso tras otro: la remontada de un Mónaco liderado por una leyenda blanca que fue expulsado por la puerta de atrás, el terrible gol en la prórroga de Zalayeta en un partido horrible, la cabalgada de un Thierry Henry que destrozó a una defensa endeble, el resbalón de un Roberto Carlos en el ocaso de su carrera para ver como Makaay metía el gol más rápido de la historia de la Liga de Campeones, la deblace ante una Roma que era inferior al Real Madrid por jugadores, pero muy superior en espirítu; el chorreo de Anfield para que el charlatán de nuestro presidente se comiera sus palabras, la enésima derrota ante un Lyon que se había convertido en la bestia negra, la eliminación ante un FC Barcelona que lo había ganado todo y seguía ganando, la caída ante el Bayern cuando tirar penaltis nunca fue tan difícil, y estar a un gol, un solo gol, de remontar un 4-1 del Borussia Dortmund que nos había ridiculizado ante toda Europa.


Anoche llegué a pensar, por un instante, que la historia se volvería a repetir. Que la derrota ante el Atlético por 0-1, con un estúpido gol en el que Casillas falla por primera vez en una gran cita, en un partido donde el Madrid falló lo infallable en una segunda parte de ensueño, iba a ser un relato más de infortunios y fracasos a lo largo de doce años en los que nos hemos obsesionado con la DÉCIMA, cuando en realidad el número no era lo importante, sino el orgullo. El orgullo que nos habían arrebatado durante tanto tiempo, que lo habían pisoteado como si no valiera nada. Que estuvo escondido durante más de una década y resurgió ayer, en Lisboa, en el Estadio Da Luz, con un Atlético temblando bajo la portería y un Madrid volcado en busca de un empate que llegó en el minuto 93. 

Lo metió el jugador con más garra, esperanza y huevos del conjunto blanco. Sergio Ramos olvidó su penalti a las nubes ante el Bayern, las burlas de todo un país por no saber hablar inglés, por meter la pata en Twitter, por caérsele la Copa del Rey en plena celebración, por ser el capitán de un Real Madrid que había perdido el norte. Ese gol representa más que nunca lo que es este equipo. No todo es tiki-taka, golear, dar un baño al rival y levantar el título porque eres el mejor del mundo. NO. El Madrid no es eso, que se entere todo el mundo de una vez. El Madrid es luchar contra todo y contra todos. Contra los millones de personas que, fruto de la envidia o el rencor, son felices viendo al Madrid humillado. Contra aquellos que, por muchos títulos que ganes, nunca van a darte la enhorabuena. Jamás van a rebajarse a eso.


Porque para ellos, el Madrid gana gracias al árbitro, por añadir cinco minutos y no cuatro. Gana porque tiene mucha suerte, porque mete goles al final de los partidos. Porque tiene demasiado presupuesto, y recibe más dinero por derechos de televisión. Es el rey de Europa porque los seis títulos conseguidos en los cincuenta fueron gracias a Franco, y aunque no fuera gracias a él, son en blanco y negro. No valen. Igual que no vale tener 100 millones de euros y fichar a Gareth Bale. Porque somos el egoísmo y la chulería del continente, encarnados en unos jugadores que se ríen del resto de equipos, que no se merecen levantar una Copa de Europa ganando de esa manera, a un equipo con un presupuesto cinco veces menor.

El Madrid ha tenido que luchar contra su pasado reciente, el de las humillaciones; y el pasado lejano, el de las nueve conquistas, para llegar a levantar la ansiada Décima que, repito, no es lo que de verdad importa. Lo importante es que el Madrid se ha reencontrado con sí mismo, ha lavado su imagen ante todo el continente, ha vuelto a ser el rey. Ha recuperado el orgullo de un equipo de leyenda. No, el Madrid no es tiki-taka, golear y levantar el trofeo. Es fe, remontar, luchar hasta el final, creer que es posible. Es lo que me enseñó mi tío cuando yo era un chaval y es lo que recordé ayer minutos antes del cabezazo de Ramos. El Real Madrid, el auténtico Real Madrid, ha vuelto. Y lo ha hecho para quedarse.

@david_lrl


sábado, 24 de mayo de 2014

Mi primera final

Los que me conocen saben que mi pasión es el fútbol, que quiero ser periodista precisamente para poder vivir de contar historias relacionadas con este deporte, y que pocas son las personas, al menos en mi radio de actuación, que sienten tanto el Real Madrid como un servidor. Es por eso que la gente se sorprende cuando digo que esta pasión fue tardía, y que empezó cuando tenía doce años, uno después de la final de Glasgow entre el Madrid y el Bayer Leverkusen.


Sí, no recuerdo absolutamente nada de la séptima. De la octava solo sé que había una pantalla gigante en la Glorieta de mi ciudad, y que jamás había visto tanta gente viendo un partido de fútbol. De la novena recuerdo estar en mi casa, revoloteando de un lado para otro, viendo el golazo de Zidane y no viéndolo, sufriendo con las paradas de Casillas y no sufriendo. Ni siquiera recuerdo si en el momento en el que Hierro levantaba la Copa yo estaba en el sofá o tirado en el suelo mirando las musarañas.

A mí me empezó a gustar el fútbol de la manera en que lo disfruto ahora -viendo cada partido- justo la temporada siguiente a la última Liga conquistada por Vicente Del Bosque. Entonces yo ya me había empapado de lo que era un final de competición trepidante, peleando por el título con la Real Sociedad hasta la última jornada. Pocas veces había sentido tanta emoción. Hice una libreta con toda la plantilla, apuntando estadísticas y resultados. Estudié a los rivales, siempre que pude fui a ver al Madrid al bar, me coleccioné las 'Fichas de Liga' que por aquel momento vendían... Entré en el mundo del que me es imposible salir ahora.

Y precisamente por esa pasión tardía, no he sido un madridista cualquiera. He sido un madridista sufriente, que ha vivido los peores años de la historia del gigante blanco. Aquella temporada acabó sin títulos para el Real Madrid, en una decepción que hoy todavía ha sido imposible superar. El conjunto de Queiroz pasó de ser líder de la Liga, a un paso de semis de Champions y finalista de Copa del Rey; a acabar cuarto en la tabla, caer eliminado en cuartos vs Mónaco con remontada incluida y perder la final de Copa contra el Zaragoza.

Hubo un tiempo en el que pensé que pasarían décadas para disfrutar de primer título como verdadero aficionado blanco. Viví la dimisión de Camacho con solo un mes de competición en el cargo, la exhibición de Ronaldinho en el Bernabéu, las debacles en octavos de final de Champions, los continuos cambios de entrenador... el Real Madrid era un equipo en el que podían coincidir Pavón y Mejía como pareja de centrales, o Gravesen-Pablo García como mediocentros. Vi como el Zaragoza -otra vez- nos humillaba con un 6-1 en Copa. Como Zidane abandonaba el Madrid resignado, sin haber podido levantar a un equipo hundido. Vi como Florentino huía de la presidencia mientras un chaparrón nos arrebató las esperanzas en Son Moix.

Ojo: todos estos fracasos, uno tras otro, me ayudaron a valorar lo que significa vencer. Un equipo de la grandeza del Madrid, la grandeza que leía en libros de historia y me contaba mi tío, la que iluminaba un palmarés envidiable, llevaba ya cuatro años sin títulos, mis primeros cuatro años de aficionado al fútbol. Quizás por eso la Liga conseguida en 2007, la de Capello, la de las remontadas imposibles, ha sido la experiencia futbolística que más he disfrutado en toda mi vida. No era un buen Madrid, probablemente fue uno de los peores campeones de la historia. Pero la casta, el orgullo y la esperanza de que se podía conseguir algo imposible sí eran las características del REAL MADRID. El Madrid del que me enamoré.


La Liga de Schuster y el pasillo azulgrana fue un bálsamo en una temporada donde hubo nuevo descalabro en Champions -Roma- y en Copa -Mallorca-. El año siguiente, con 18 años, vi, casi seguro, el peor año del Madrid en el siglo XXI: la derrota en primera ronda de Copa contra el Real Unión de Irún, la destitución de Schuster por decir que no podíamos ganar al FC Barcelona, la dimisión de Ramón Calderón como presidente, el chorreo del Liverpool en Anfield (4-0) y el 2-6 del Barça en el Bernabéu. Todo el mismo año en el que los de Guardiola conseguían un triplete histórico.

Vi la luz al final del túnel cuando Florentino volvió al barco y trajo a Kaká, Cristiano Ronaldo, Xabi Alonso, Benzema y compañía. Pellegrini, que me encantaba como entrenador, dirigiría una nave plagada de talento e ilusión. Entonces, cuando creía que no volvería a sentir vergüenza por mi equipo, el Alcorcón de Segunda B le endosó un 4-0 al Madrid en la primera ronda de Copa. Fue la gota que colmó el vaso. Desde entonces, no he vuelto a sufrir varapalos psicológicos por el fútbol. Ya lo había visto todo.

Fue el año en el que, por sexta vez consecutiva, el Madrid cayó en octavos de Champions. El mismo en el que el Barça ganaba la Liga con otro triunfo en el Bernabéu (0-2). La ilusión fue totalmente pisoteada. Pero llegó Mou, y con él una mejoría que llevó a ganar la Copa del Rey y al Barça por primera vez desde el pasillo. Desde entonces, el Madrid alcanzó tres veces las semis de Liga de Campeones, tres veces la final de Copa y conquistó una Liga con 100 pts y 121 goles. Es la etapa más exitosa que he vivido de mi equipo, y eso que solo ha ganado tres títulos -una Liga y dos Copas- en cuatro años.

Es por eso que la goleada al Bayern en su estadio, un 0-4 que ya es historia de la Copa de Europa, la celebré casi con escepticismo. No podía creerlo. Estábamos en una final de Champions ganando al equipo más en forma del planeta. Hacía 12 años de la última, en Glasgow, cuando yo no sabía si estaba en el sofá o en el suelo mirando las musarañas. Es por eso que hoy estoy ante mi primera final. Una noche única que disfrutaré como nunca lo he hecho. Mi equipo, el nueve veces campeón, el más grande del siglo XX y probablemente de la historia del fútbol, puede brindarme esta noche la mejor sensación de todas: conquistar una Copa de Europa y vivir para verlo.

@david_lrl

lunes, 19 de mayo de 2014

Liga BBVA 13/14: Análisis de la 38ª Jornada

Hemos llegado a la última jornada de Liga y, por consiguiente, hacemos un repaso de lo que ha dado de sí una temporada llena de sorpresas, la que más en los últimos años.



Lo primero es lo primero: el Atlético de Madrid ha vuelto a reinar en la Liga BBVA. Lo hace tras 18 años y rompiendo un monopolio de Barça y Madrid que duraba desde la campaña 2003/2004. Courtois se ha hecho con el Zamora -solo 24 goles encajados- y Diego Costa ha acabado la temporada con 27 goles. El gol de Godín en el Camp Nou, en la gran final de la Liga, dejó en nada el golazo de Alexis y el conjunto de Simeone festejó el título en el césped de un Camp Nou desolado.

Un Camp Nou que en la temporada próxima tendrá nuevo inquilino en su banquillo. El Tata Martino se marcha en el primer año sin títulos -si no contamos la Supercopa de España- desde Frank Rijkaard, y Luis Enrique será el encargado de sucederle tras una temporada aceptable en el Celta, un equipo que fue de menos a más gracias sobre todo a Nolito y Rafinha.

El Madrid acabó la competición con una victoria sin brillo ante el Espanyol (3-1) con doblete de Morata incluido. Se despide de una Liga que no ha sabido manejar a pesar de llegar a ponerse líder a principios de año, cuando el equipo de Ancelotti estaba en un estado de forma inmejorable. Todo acabó en los pinchazos ante Barça y Sevilla. A partir de entonces los blancos se centraron en la Champions y pese a que pudieron luchar el título hasta el final, encadenaron tres tropiezos consecutivos, inexplicables, que les dejó sin opciones.

El Athletic de Valverde acompañará a éstos en la Champions, pese a que tendrá una dura ronda previa. Temporada inolvidable tras la crisis del pasado año con Bielsa. También en Sevilla pueden celebrar la temporada de Unai Emery, que ha dejado a su equipo quinto en la tabla y con la conquista de la Europa League. La victoria ante el Elche (3-1, dos de Iborra) puso ayer el broche de oro. El Villarreal, un recién ascendido -pero como si no lo fuera- acaba sexto tras ganar en Anoeta (1-2) y completa así un logro de unas dimensiones mayúsculas: de las catacumbas al cielo. La Real, séptima, tendrá que jugar dos rondas previas para estar en la fase de grupos de la Europa League.

Todavía quedaban dos plazas pendientes para Segunda División, y son para Osasuna y Valladolid. Los de Javi Gracia ganaron al Betis (2-1) en un partido caracterizado por el derrumbamiento de una grada que provocó heridos y el retraso de todos los partidos en la segunda mitad. El triunfo no era suficiente: debían esperar una derrota en Vallecas, Almería y Valladolid. En el primer escenario, el Getafe ganó in extremis con dos tantos de Ciprian; en el segundo, el Almería empató a cero con el Athletic; y en el tercero el Granada, que debía perder, ganó con un gol en propia de Mitrovic en la primera parte. Los navarros, un equipo de los que animan la competición -Madrid, Barça y Atlético no han podido ganar en El Sadar esta temporada- no estarán en Primera por primera vez en catorce años.

Por último, Málaga y Valencia acabaron la temporada con victoria, tratando de olvidar un año que en nada se parece a los anteriores. Schuster, que abandona el club, fue expulsado en el triunfo por 1-0 al Levante -Portillo- en una jugada absurda de Amrabat. El Valencia tuvo que remontar ante el Celta con tantos de Feghouli y Piatti para darle la bienvenida a un Peter Lim que espera convertir al club de la capital del Turia en un grande de Europa. Pero eso ya lo veremos la temporada que viene. Hasta entonces.

Golazos: Alexis Sánchez (FC Barcelona), Giovani Dos Santos (Villarreal CF), Javier Chica (Real Betis) y Ciprian Marica (Getafe CF)

Errores arbitrales: 1- Mateu Lahoz no da como válido un gol de Messi en posición legal.

Desafiando la lógica



Hacía exactamente diez años del último título que no fue de Madrid y FC Barcelona. En la temporada 2003/2004, el Valencia CF de Rafa Benítez se hizo con la Liga española y la Copa de la UEFA en un año inolvidable, de la mano de los Cañizares, Carboni, Albelda, Baraja, Vicente, Mista y compañía. Ese año el Barça acabó segundo tras una segunda vuelta espectacular, pero prácticamente no tuvo opciones de título. El Madrid, que fue líder durante toda la temporada, se estrelló en el tramo final y acabó cuarto, por detrás incluso del Deportivo de la Coruña.

En estos diez años, la Liga ha sido monopolizada por los dos grandes del fútbol español: tres títulos para los madridistas, seis para los azulgranas. Seis subcampeonatos madridistas, cinco azulgranas. Además, las diferencias con el tercer clasificado han ido aumentando año a año:



Desde el sábado, todo ha cambiado: el Atlético de Madrid ha superado todos los fantasmas -los propios y los ajenos-, ha vencido a los críticos, a los sin fe, a los que se burlaban de un equipo que apelaba más al corazón que a la lógica. Ha superado a dos equipos con un presupuesto cinco veces mayor. Ha luchado contra su historia, la de los últimos dieciocho años, y ésta ha caído en sus pies. Porque, por primera vez desde 1996, el Atlético de Madrid es campeón de Liga.

Y el principal artífice de todo ello es Diego Pablo Simeone. Él ha convertido un equipo en un EQUIPO. Hizo de unos jugadores desolados en las manos de Manzano a creer en todo. En una idea. En que todo es posible. Y que no hay una sola manera de llegar al éxito. Ni dos. Hay infinitas, pero la más importante empieza con el coraje y acaba en el corazón.

Hemos acabado hasta las narices del "Partido a Partido". Pero era la única manera. Hacer creer a los jugadores de que no hay que vencer a Barça y Real Madrid para ganar la Liga. Hay que vencer al Espanyol, al Osasuna, al Almería, al Rayo, al Celta, al Elche. Y en cada uno de esos 90 minutos solo existe el Espanyol, el Almería, el Rayo, el Celta o el Elche. Absolutamente nada más. Convirtió la Liga en un juego de plataformas. Cada victoria implica una subida de nivel. Te puedes permitir un mínimo de tropiezos, pero si no mantienes la concentración, acabarás apagando frustrado la consola.

El objetivo, pues, siempre fue ganar la Liga. El problema es que la mayoría no vio venir a los del Cholo. Cuando ni se les consideraba aspirantes, arrancaron la Liga con una racha de ocho victorias consecutivas, incluida una en el Bernabéu. Cuando todo el mundo pensaba que se iban a desinflar tarde o temprano, el Atlético se puso líder. Cuando dudaron de ellos en los enfrentamientos directos con los grandes, demostraron que eran superiores a éstos. Cuando ya se frotaban las manos esperando un pinchazo en las salidas más complicadas del tramo final, ellos respondieron con victorias en San Mamés y Mestalla. Cuando por fin una derrota por 1-0 en el Camp Nou, en la última jornada de Liga, con Diego Costa y Arda Turan lesionados, les dejaba sin opciones de título; entonces, de nuevo, volvieron a sacar el ímpetu, la fuerza, el coraje de un equipo que ha jugado seis partidos contra el FC Barcelona sin perder ninguno. 




Cuando Godín anotó el enésimo gol a balón parado de la temporada, elevándose de forma magistral por encima de toda la zaga azulgrana y conectando un cabezazo que remató con el alma, en mi mente quedó reflejada la imagen del central uruguayo agarrándose la camiseta y gritando a los cuatro vientos que, una vez más, el Atlético lo había hecho. Había desafiado la lógica. Esta imagen es el fiel reflejo de lo que ha sido el conjunto rojiblanco esta temporada. Ha sido rabia, porque nadie les tomaba en serio. Ha sido esfuerzo y lucha hasta el final, porque nunca se dieron por vencidos. Y tuvo que ser un defensa, con las estrellas lesionadas en el banquillo, el que marcara el tanto de la ansiada Liga. Porque son Diego Costa, Arda Turan, Courtois y compañía los que acaparan las portadas -si es que las acaparan-, pero el Atlético no entiende de individualidades. Todos son uno. Y eso les ha llevado a ganar el título y a luchar por la primera Liga de Campeones de su historia. Si alguien dudaba, ahora ya no se atreve a dudar, porque los sueños del Atlético de Madrid nunca fueron tan reales.



jueves, 15 de mayo de 2014

Subir de escalón

El año 2014 será recordado por siempre en las vidas de Manuel Pellegrini y Unai Emery, dos entrenadores que han tenido que luchar contra sus limitaciones, la prensa, una afición exigente y una presión fuera de lo normal. Se les tachaba de ser técnicos pequeños, porque "solo sirven para entrenar a equipos pequeños". Hoy, ambos pueden reírse en la cara de sus críticos. Han subido de escalón.


La carrera de Manuel Pellegrini no empezó con buen pie. Universidad de Chile descendió a Segunda División por primera vez en su historia con Pellegrini en el banquillo. Imagínense: debutar como entrenador en un club donde jugaste más de 450 partidos y descenderlo. Probablemente, otro técnico se habría hundido. Pellegrini no lo hizo, siguió luchando. Entrenó a Palestino y O´Higgins, para acabar en 1994 en Universidad Católica, donde ganó sus primeros títulos: Copa Interamericana y Copa de Chile. Fue despedido tras dos años sin conseguir el título de Liga.

Comenzó entonces a cosechar éxitos en Sudamérica. Fue campeón de la Liga ecuatoriana en 1999 con Universidad de Quito, en 2001 del torneo Clausura con San Lorenzo de Almagro -con récord de puntos- y en 2003, también del Clausura, con River Plate. Su estilo combinativo y de ataque, unido a sus éxitos al sur de América le llevaron a fichar por el Villarreal CF. Pellegrini aterrizaba en Europa.

En los cinco años que estuvo en un club cuya ciudad tiene poco más de 50.000 habitantes, consiguió convertir un equipo de mitad de tabla, prácticamente recién ascendido, a uno de los equipos punteros de la Liga española. Llegó a ser subcampeón del torneo en 2008, y semifinalista de Champions -el año del debut del Submarino en la máxima competición europea- en 2006. Su siguiente paso debía ser aterrizar en un grande: el Real Madrid de Florentino llamó a su puerta, y fue entonces cuando sufrió las consecuencias de entrenar en un equipo donde la presión es inaguantable. La prensa, especialmente el Diario Marca, le maltrató, prácticamente le despidió. Logró el récord de puntos en la Liga en la historia del Madrid, pero acabó segundo, humillado en Copa por el Alcorcón y en Champions por el Lyon. Acabó la temporada fracasando en su primer intento.

Entonces decidió dar un paso atrás, pero para coger impulso: fichó por el Málaga, que contaba con un proyecto ilusionante gracias a su jeque, Al-Thani. Consiguió clasificar al equipo para la Champions, y alcanzó los cuartos de final al año siguiente, quedándose a un paso de las semifinales frente al Dortmund. Las negligencias del jeque obligaron al club a vender prácticamente a todos sus jugadores clave, pero Pellegrini tenía una segunda oportunidad en un grande: el Manchester City. Esta vez no la ha desaprovechado y ha conseguido no solo el título de la Premier League, también el de la Carling Cup. Un doblete que acaba con el mito de que no era capaz de triunfar en Europa. El primer sudamericano que conquista Inglaterra.

Unai Emery tampoco lo tuvo fácil. Pasó de ser jugador del Lorca a entrenarlo, en una crisis agobiante de resultados. Consiguió ascenderlo a Segunda y convertirlo en la revelación de la categoría: tuvo opciones de ascender a Primera hasta la última jornada. Entonces fichó por el Almería y comenzó a hacerse un nombre en el fútbol español: subió a Primera y clasificó al conjunto andaluz en la octava posición, convirtiéndose en el segundo mejor ascendido de la historia.

Entonces fichó por el Valencia CF, en 2008. Su primera campaña fue de aclimatación, el equipo che acabó sexto. En las siguientes tres temporadas, el Valencia acabó tercero en la Liga, el mejor de los 'mortales', pese a las ventas de Villa, Silva y Mata. La afición valencianista, siempre exigente aún con las limitaciones que arrastraba el equipo, comenzó a pedir su cabeza alegando sus fracasos en torneos del K.O -Champions, Europa League, Copa-. Fue destituido en 2012, año en el que comenzó una debacle deportiva y económica que perdura hasta hoy en la capital del Turia.


Su primera gran mancha en el expediente llegó con su experiencia en Rusia, en el Spartak de Moscú. Duró 26 partidos debido a los malos resultados, pero su caché, intacto en España, le llevó a fichar por el Sevilla tras la destitución de Míchel. Acabó 9º, pero disputaría la Europa League la temporada siguiente gracias a las sanciones de los equipos que se habían clasificado por delante. En un verano agotador que vio como Navas y Negredo emigraban al Manchester City y en el que se dieron trece incorporaciones y hasta dieciocho salidas, Emery tuvo que recomponer un equipo totalmente nuevo y que empezaba de cero. El Sevilla fue de menos a más y ha terminado la temporada en quinta posición y conquistando la tercera Europa League de su historia. Mira por donde, un torneo del K.O. Un título que Emery merece más que nadie.

Unai y Manolo, Manolo y Unai. Ambos fueron desprestigiados, apaleados y humillados. Consiguieron proezas con equipos pequeños, pero para los críticos exigentes y no tan exigentes, hacía falta algo más. Subir de escalón. En 2014, ambos lo han hecho. Y ojo: aún les queda mucho que ascender.




lunes, 12 de mayo de 2014

Liga BBVA 13/14: Análisis de la 37ª Jornada

Esta Liga no la quiere ganar nadie. Al menos es lo que parece. Entre Atlético, Barça y Real Madrid, solo han conseguido 5 pts de 21 posibles. Siete partidos seguidos sin conocer la victoria. Algo impensable, en el momento más decisivo de la temporada.


El que tiró la Liga ayer, y el miércoles, y el pasado domingo fue el Real Madrid, que tenía el mejor calendario y pudo aprovecharse de los pinchazos de sus rivales para situarse por encima. No lo hizo ni ante el Valencia, ni en Pucela ni ayer en Vigo, donde perdió por 2-0 dando una imagen paupérrima, con errores por falta de concentración en defensa, por falta de tensión, penalizados por Charles. El Madrid lleva en Lisboa desde que ganó al Bayern.

Atlético y FC Barcelona resistieron en sus partidos ante rivales bastante inferiores, pero que se igualaron en intensidad y garra a los que peleaban por el título. En el Calderón, el Málaga hizo sudar a los de Simeone como nunca, poniéndose por delante con gol de Samu y desesperando a un Atlético frenado continuamente por un genial Caballero. Al final, fue Alderweireld quien marcó de cabeza para sumar un punto que pudieron ser tres si Adrián marca, en el 94, un pepinazo que salvó Caballero en la mismísima escuadra.

Y el Barça sufrió en un Martínez Valero repleto, con más de 33.000 espectadores, con mosaicos, cánticos y fiesta por todo lo alto. El Elche, que no ha encajado un gol en casa en toda la segunda vuelta y ha dejado su estadio como fortín inexpugnable, tampoco dejó a los azulgranas llevarse ni una victoria por la mínima. Los de Escribá repiten otra temporada en Primera, tras subir por primera vez en 25 años. Éxtasis en Elche.

Todo se decidirá, pues, en el Camp Nou la próxima semana. Al Atlético le vale el empate, al Barça solo la victoria. Partidazo en una auténtica final por la Liga.

También marcha caliente el descenso. Getafe y Almería dieron un paso importante ganando a Sevilla y Granada respectivamente. Los azulones vencieron gracias a un golazo de Escudero (1-0), mientras que los de Francisco consiguieron una victoria crucial en Los Cármenes con tantos de Verza y Aleix Vidal. El Granada se complica, pero le vale el empate para quedarse en Primera. Lo malo: que el partido es contra un Valladolid que perdió inexplicablemente en Sevilla frente a un Betis ya descendido (4-3) y que tendrá en el José Zorrilla un valor seguro para conseguir la permanencia. Osasuna debe esperar pinchazos tras empatar en Cornellá (1-1).

En la lucha europea, el Villarreal tendrá una oportunidad de oro de ser sexto y evitar una ronda previa si gana en Anoeta el próximo fin de semana. Su goleada al Rayo (4-0, Uche, Bruno, Jony Pereira y Jaume), unida al empate de la Real en San Mamés (1-1) deja a los amarillos a tres puntos y el golaverage ganado tras el 5-1 de la primera vuelta.

Y en el partido menos trascendente de la jornada, el Levante tumbó al Valencia en el derbi por 2-0 con tantos de Ángel e Ivanschitz y supera al vecino en la clasificación.

Golazos: Iker Muniain (Athletic Club), Sergio Escudero (Getafe CF) y Juanfran Moreno (Real Betis)

Errores arbitrales: 0

martes, 6 de mayo de 2014

Liga BBVA 13/14: Análisis de la 36ª Jornada

A la Liga se le va la pinza. No es que esté loca, es que ha pedido el rumbo. Vivimos, a lo largo de las últimas temporadas, noches premeditadas, en las que ya sabemos que va a pasar porque es lo que nos ha dado la experiencia. Incluso apuestas porque sabes que es seguro. Pero no, esto es fútbol. Nada es seguro. Y la antepenúltima jornada nos ha dejado con un desenlace sin precedentes.



El Atlético, que lo tenía todo de cara para hacerse con el título si ganaba a Levante y Málaga, dos equipos que no se juegan absolutamente nada, cayó en el Ciudad de Valencia. Cayó bien, a pesar de que el árbitro anuló un mano a mano de Diego Costa con Keylor en posición correcta, y a pesar de las intervenciones del guardameta costarricense y del palo de Adrián, o el remate que se marcha por milímetros de Costa. Caparrós y los suyos no se jugaban nada, pero lo pareció. Intensidad, seguridad atrás, y acierto arriba. Un gol en propia al principio siempre ayuda. Barral remató la faena.

Antes, el sábado, el Barça ganaba con problemas al Getafe (2-1) cuando llegó el descuento. Lafita marcó su segundo gol en un fallo garrafal en defensa de los azulgranas, y al término del encuentro jugadores y técnico aseguraban olvidar esta horrible temporada y pensar en la siguiente. No sabían que el Atlético iba a pinchar. Y menos que lo hiciera el Madrid.

Porque el Madrid tenía a tiro ponerse con los mismos puntos que el Atlético y esperar una victoria azulgrana o un empate en el último partido entre Barça y Atlético. Solo tenía que ganar a Valencia, Valladolid, Celta y Espanyol. Pero su primera 'final' se vio truncada con un gran partido del conjunto ché, que venía de un palo durísimo en Europa League y quería resarcirse de una pésima y desgraciada temporada. Adelantó Mathieu al Valencia, empató Ramos -su cuarto gol en tres partidos- y Parejo, que hizo un partidazo, puso el 1-2. El Madrid golpeó la puerta una y otra vez, pero se encontró con un Alves que merece ser el portero titular de la canarinha en el Mundial. En el descuento, cuando parecía clara la derrota, Cristiano Ronaldo se sacó de la manga un golazo de espuela para rescatar un punto y seguir soñando con la Liga. Quedan dos jornadas.

Europa, eso sí, está decidida. Athletic irá a la Champions League por primera vez desde 1998, y Sevilla, Real Sociedad y Villarreal -recién ascendido- son nuevos equipos de Europa League. El empate a cero entre los de Nervión y el Submarino fue suficiente, unido a las tablas del Valencia en el Bernabéu. Los de Valverde sellaron el pase a la ronda previa de la Liga de Campeones con un soberbio partido en Vallecas (0-3).

La Liga arde también por abajo. Si el Getafe consiguió un punto en el Camp Nou, el Granada lo hizo en Anoeta, también casi al final del partido. Ighalo neutralizó el tanto de Vela para seguir soñando con la permanencia. Una permanencia que acaricia también el Elche con su victoria en la Rosaleda, gracias a un golazo de Garry Mendes. Está a 4 pts de la zona de descenso y quedan seis puntos por jugarse.

Complicado se le ha puesto a Osasuna. Su derrota en casa frente al Celta (0-2, tercer doblete consecutivo de Nolito) le mete en los puestos de descenso, aunque su calendario no es difícil: visita Cornellá y recibe al Betis, ya descendido. El Almería, con su victoria in extremis frente a los verdiblancos (3-2) se aferran a la salvación más que nunca. El Valladolid también necesitaba ganar y lo hizo con un tanto de Rukavina que tumbó a un Espanyol que piensa ya en la temporada siguiente. Este miércoles, Valladolid-Real Madrid. Una victoria de los pucelanos les da media permanencia, el pinchazo de los blancos supondría decir adiós a la Liga.

Golazos: Manuel Agudo 'Nolito' (Celta de Vigo), Garry Rodrigues (Elche CF) y Cristiano Ronaldo (Real Madrid)

Errores arbitrales: 4-Clos Gómez no señala penalti a favor del Real Madrid por mano de Joao Pereira dentro del área. Fernando Teixeira Vitienes da como legal un gol de Ighalo en fuera de juego. Iglesias Villanueva no ve penalti claro de Rafita en el Almería-Betis. González González anula un mano a mano legal de Diego Costa con Keylor.