lunes, 19 de mayo de 2014

Desafiando la lógica



Hacía exactamente diez años del último título que no fue de Madrid y FC Barcelona. En la temporada 2003/2004, el Valencia CF de Rafa Benítez se hizo con la Liga española y la Copa de la UEFA en un año inolvidable, de la mano de los Cañizares, Carboni, Albelda, Baraja, Vicente, Mista y compañía. Ese año el Barça acabó segundo tras una segunda vuelta espectacular, pero prácticamente no tuvo opciones de título. El Madrid, que fue líder durante toda la temporada, se estrelló en el tramo final y acabó cuarto, por detrás incluso del Deportivo de la Coruña.

En estos diez años, la Liga ha sido monopolizada por los dos grandes del fútbol español: tres títulos para los madridistas, seis para los azulgranas. Seis subcampeonatos madridistas, cinco azulgranas. Además, las diferencias con el tercer clasificado han ido aumentando año a año:



Desde el sábado, todo ha cambiado: el Atlético de Madrid ha superado todos los fantasmas -los propios y los ajenos-, ha vencido a los críticos, a los sin fe, a los que se burlaban de un equipo que apelaba más al corazón que a la lógica. Ha superado a dos equipos con un presupuesto cinco veces mayor. Ha luchado contra su historia, la de los últimos dieciocho años, y ésta ha caído en sus pies. Porque, por primera vez desde 1996, el Atlético de Madrid es campeón de Liga.

Y el principal artífice de todo ello es Diego Pablo Simeone. Él ha convertido un equipo en un EQUIPO. Hizo de unos jugadores desolados en las manos de Manzano a creer en todo. En una idea. En que todo es posible. Y que no hay una sola manera de llegar al éxito. Ni dos. Hay infinitas, pero la más importante empieza con el coraje y acaba en el corazón.

Hemos acabado hasta las narices del "Partido a Partido". Pero era la única manera. Hacer creer a los jugadores de que no hay que vencer a Barça y Real Madrid para ganar la Liga. Hay que vencer al Espanyol, al Osasuna, al Almería, al Rayo, al Celta, al Elche. Y en cada uno de esos 90 minutos solo existe el Espanyol, el Almería, el Rayo, el Celta o el Elche. Absolutamente nada más. Convirtió la Liga en un juego de plataformas. Cada victoria implica una subida de nivel. Te puedes permitir un mínimo de tropiezos, pero si no mantienes la concentración, acabarás apagando frustrado la consola.

El objetivo, pues, siempre fue ganar la Liga. El problema es que la mayoría no vio venir a los del Cholo. Cuando ni se les consideraba aspirantes, arrancaron la Liga con una racha de ocho victorias consecutivas, incluida una en el Bernabéu. Cuando todo el mundo pensaba que se iban a desinflar tarde o temprano, el Atlético se puso líder. Cuando dudaron de ellos en los enfrentamientos directos con los grandes, demostraron que eran superiores a éstos. Cuando ya se frotaban las manos esperando un pinchazo en las salidas más complicadas del tramo final, ellos respondieron con victorias en San Mamés y Mestalla. Cuando por fin una derrota por 1-0 en el Camp Nou, en la última jornada de Liga, con Diego Costa y Arda Turan lesionados, les dejaba sin opciones de título; entonces, de nuevo, volvieron a sacar el ímpetu, la fuerza, el coraje de un equipo que ha jugado seis partidos contra el FC Barcelona sin perder ninguno. 




Cuando Godín anotó el enésimo gol a balón parado de la temporada, elevándose de forma magistral por encima de toda la zaga azulgrana y conectando un cabezazo que remató con el alma, en mi mente quedó reflejada la imagen del central uruguayo agarrándose la camiseta y gritando a los cuatro vientos que, una vez más, el Atlético lo había hecho. Había desafiado la lógica. Esta imagen es el fiel reflejo de lo que ha sido el conjunto rojiblanco esta temporada. Ha sido rabia, porque nadie les tomaba en serio. Ha sido esfuerzo y lucha hasta el final, porque nunca se dieron por vencidos. Y tuvo que ser un defensa, con las estrellas lesionadas en el banquillo, el que marcara el tanto de la ansiada Liga. Porque son Diego Costa, Arda Turan, Courtois y compañía los que acaparan las portadas -si es que las acaparan-, pero el Atlético no entiende de individualidades. Todos son uno. Y eso les ha llevado a ganar el título y a luchar por la primera Liga de Campeones de su historia. Si alguien dudaba, ahora ya no se atreve a dudar, porque los sueños del Atlético de Madrid nunca fueron tan reales.



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