domingo, 9 de junio de 2013

¡Endavant!

Adelante. Adelante pese a que el 13 de mayo de 2012 caía una losa tremenda en la estructura del Villarreal CF. El conjunto amarillo, tras una temporada nefasta y desafortunada, descendió a Segunda División siendo derrotado por el Atlético en el Madrigal, mientras Raúl Tamudo marcaba en el último minuto para el Rayo Vallecano ante el Granada el tanto de la permanencia. Fue terrible, porque nadie esperaba semejante mazazo. El club castellonense se había instalado en la élite de la Liga BBVA, siendo considerado uno de los mejores equipos de España en la última década. Se clasificó hasta en siete ocasiones para disputar competición europea en las doce campañas consecutivas en la máxima categoría, todo ello siguiendo una política austera en materia de fichajes y protegiendo una economía que hoy sigue siendo solvente -no le debe ni un euro a hacienda-.




Pero adelante. Adelante porque no vale la pena mirar al pasado y recordar los tiempos gloriosos en los que el Submarino Amarillo paseaba el periscopio entre los grandes de Europa. Tocaba volver, "tornar", situar a este club en el lugar que le pertenece. Fernando Roig, mandatario del club y envuelto en desconsoladas lágrimas, prometió dos días después del descenso que vendería parte de su accionariado en Mercadona para reinvertirlo en el Villarreal. Pagó hasta 74 millones de su propio bolsillo. Para dirigir el "proyecto retorno", un hombre admirado por todos y que ya tenía unos cuantos ascensos en su currículum: el bonachón Manolo Preciado. Lo que nadie sabía y espera es que Manolo, a la víspera de su presentación, muriera de un ataque al corazón en un día que cubrió de luto a todo el fútbol español.



Otra vez, adelante. El conjunto groget pasaba uno de sus peores momentos en su historia reciente. Abandonado por la suerte y destrozado por la muerte de su entrenador, Fernando Roig contrató casi de forma desesperada a Julio Velázquez, joven técnico del filial amarillo durante cuatro meses la temporada anterior. Velázquez transmitía ilusión y ganas, pero no experiencia. Y el club acababa de vender, para sanear sus cuentas, a Diego López, Marchena, Borja Valero, Marco Rubén, Nilmar, Ángel, Wakaso, Gonzalo Rodríguez y Camuñas. En los próximos meses y recuperado de su lesión, emigraría también Giuseppe Rossi,  máximo goleador del equipo en las últimas temporadas en Primera. Con los fichajes de Cavenaghi, Pandiani, Javi Venta, Mellberg, Canteros y un puñado de canteranos se confeccionó un buen once, aunque quizás, en conjunto, una plantilla demasiado corta.

Adelante, pues. Arrancó la Segunda División y el Villarreal ya era considerado el rival a batir. En los siete primeros partidos, cinco victorias y dos empates que le colocaban en segunda posición, a sólo dos puntos del Elche.Sin embargo, la derrota en Gijón sería el comienzo de una racha deplorable de resultados, que sólo se mitigaron con las goleadas aisladas a Alcorcón (4-0) y Racing de Santander (0-3). Sólo tres victorias en los catorce partidos siguientes condenaron al Submarino a sumergirse en la séptima posición, a seis puntos del ascenso directo. La falta de gol y los escasos recursos en el banquillo fueron claves, junto con el más que cuestionable liderazgo que mostraba el joven entrenador. Llaneza y Roig reaccionaron a tiempo y despidieron a Velázquez para traer a un entrenador experimentado y con un currículum más que notable: Marcelino García Toral. Sin embargo, su debut no sería precisamente el esperado: el Villarreal perdió 5-0 frente al Real Madrid Castilla.




A pesar de todo, ¡Endavant! El Villarreal había bajado hasta la décima posición, saliendo de los play-off por primera vez en la temporada tras el correctivo que le endosó el filial madridista. Pero Fernando Roig se puso manos a la obra para reconducir la situación y realizó una gestión formidable en el mercado de invierno, contratando a jugadores que serían claves en el futuro: Jonathan Pereira, Jeremy Perbet, Javier Aquino, Chechu Dorado, Juanma y Farinós; la mayoría de ellos a coste cero. Pero la decisión más acertada fue, sin duda, la de elegir a Marcelino como sustituto de Velázquez. Si hubiera que elegir un artífice del ascenso a Primera de entre toda la plantilla, sin duda elegiría al técnico asturiano.

Adelante, más que nunca. Marcelino cambió por completo al Villarreal. Le dio plena confianza a Juan Carlos, portero que pasó malos momentos siendo sustituido por Mariño en varias jornadas de la primera vuelta. Éste le respondió con actuaciones sobresalientes bajo palos. No le tembló el pulso a la hora de sentar a una institución en el club como Marcos Senna, para darle la titularidad al desconocido Canteros. Logró sacar lo mejor de Uche, haciendo que el nigeriano recuperara la ilusión perdida hace años a causa de las constantes lesiones. Apostó por canteranos como Pablo Íñiguez, Moi Gómez o Gerard Moreno, que resultarían clave en muchos partidos importantes. Y sobre todo, recuperó la confianza de un equipo y una afición que ya se veía otro año en el infierno. Con Marcelino, el Villarreal sólo perdería el trágico partido de su debut y el que le enfrentó al líder, el Elche. Puntuó en 17 de 19 encuentros. Llegó a encadenar catorce partidos sin perder. Y sumó 15 pts de 15 posibles en las últimas cinco jornadas. Y la falta de gol se disipó como por arte de magia: el Villarreal de Marcelino marcó 18 goles más que el Villarreal de Velázquez en las mismas jornadas (43-25).




¡¡¡¡Endavant!!!! Y adelante. Esa ha sido la premisa durante toda la temporada. Remar hacia delante. Porque no quedaba otra. Y porque este equipo, a pesar de las dificultades, consiguió firmar una segunda vuelta impresionante que coronó ayer venciendo al Almería en un Madrigal apunto de estallar. El Villarreal, sin endeudarse lo más mínimo, sin gastar más de lo que gana, sin inflar los precios de sus entradas, sin creerse el dueño del corral y sin quedarse en un rincón deprimido por su mala suerte, vuelve a la Liga BBVA con la sensación de no haberse ido nunca, y con la premisa de que en el fútbol, no vale la pena lamentarse. Todo es cuestión de levantar la cabeza, y mirar hacia adelante. Hacia Primera División.

@david_lrl


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