No me lo podía creer. Ayer se hacía oficial su fichaje por el Villarreal y, horas después, moría en su habitación de hotel en Valencia, antes de viajar a Castellón. Todavía no quiero creérmelo. Sonará redundante a todo lo que han dicho últimamente, pero desde luego Manolo era uno de los entrenadores más queridos por el mundo del fútbol. Quizás porque, a pesar de no tener un solo pelo en la lengua, siempre marcó la distancia entre la arrogancia y la sinceridad. Siempre dejó las cosas claras, pero respetando al prójimo y al enemigo. Sus ruedas de prensa fueron, son y serán antológicas: "¿Euforia? Estamos a tres puntos del descenso. Ni ahora
somos el Bayer Leverkusen ni antes éramos la última mierda que cagó
Pilatos"
Por donde pasó dejó buenos recuerdos y sobre todo, mucho cariño. Entrenó al Gimnástica de Torrelavega, a las categorías inferiores del Racing, al primer equipo cántabro, al Levante, al Murcia y al Sporting de Gijón. Logró cinco ascensos, algo que pocos entrenadores podrían decir. Pero sobre todo logró gestas que nadie olvidará. Como aquella eliminación al Barça en Copa del Rey con el Levante (estando en Segunda con el conjunto granota) o la gran victoria cosechada por el Sporting de Gijón en el Santiago Bernabéu la temporada pasada. Entonces, ponía la primera piedra para seguir en Primera División por cuarta temporada consecutiva, después de permanecer en puestos de descenso casi toda la temporada y acabar, al final, en décima posición.
El siempre sonrío a la vida, pero la vida nunca le devolvió la sonrisa. A veces me pregunto porqué el destino castiga a aquellas personas que merecen ser felices, y en cambio deja campar libremente a delincuentes y criminales. Manolo, todo bondad y corazón, no ha tenido una vida demasiado fácil. En 2003, su mujer murió de cáncer. Un año después, su hijo de quince años fallecía en un accidente de moto. Y hace solo un año, su padre siguió el mismo camino. A pesar de sufrir todos los golpes que le deparó el destino, siguió adelante: "La vida me ha golpeado fuerte. Podía haberme hecho
vulnerable y acabar pegándome un tiro o podía mirar al cielo y crecer. Elegí la
segunda opción".
Esta temporada, incapaz de sacar adelante al equipo de su vida, fue destituido tras seis campañas en el cargo. Cuando recibió la llamada del Villarreal para ser elegido el entrenador que debía devolver al Submarino a Primera, un nuevo e ilusionante proyecto volvía a llenar de optimismo el corazón del técnico cántabro. Sin embargo, el destino quiso, por enésima vez, que no fuera así. Manolo Preciado no volverá a entrenar, no volverá a deleitarnos con sus ruedas de prensa, no volverá a sonreír ante la adversidad. Sin embargo, en el recuerdo perdurarán eternamente los momentos que ha hecho vivir al mundo del fútbol, a sus seres más queridos, a todos los que han vivido cerca sus éxitos y sus desgracias. Ojalá que, esté donde esté, siga siendo ese bonachón que intenta disfrutar lo máximo de cada experiencia, a pesar de cualquier obstáculo. Descansa en paz.
@david_lrl
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Increíble David, precioso homenaje. Enhorabuena porque has conseguido emocionar.
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