Grecia se mete en octavos por primera vez con más obstáculos que nunca y en el último suspiro (1-2)
Todos creímos entender -y lo seguimos creyendo- que el cenit de la selección griega -y la madre de todas las hazañas- fue aquella conquista en 2004 de la Eurocopa, marcando seis goles en siete partidos y venciendo a un rival cada vez más poderoso que el anterior. Las limitaciones no importaban, se sobrepusieron a ellos. Y consiguieron un hito que se considera irrepetible.
Pocos restos quedan de aquella ilustre y heroica campeona. Solo dos jugadores, ambos centrocampistas que todavía permanecen en la élite, resistiéndose a una retirada que cada vez golpea con más fuerza a sus puertas. Karagounis y Katsouranis lideran un equipo cuya edad media ronda la treintena, y que presenta tantas limitaciones o más que antaño. Resulta curioso que aquellos que se proclamaron campeones de Europa no pudieran clasificarse para el Mundial dos años después. Sí lo hicieron en 2010, pero fueron apeados en la fase de grupos, por detrás de Corea del Sur. Aquello fue una tremenda decepción.
Así que Grecia, que se clasificó por la puerta de atrás para este Mundial de Brasil y que ya no se sostiene sobre los jugadores que conquistaron Portugal hace diez años, presentaba un equipo destinado a ser último en su grupo. Colombia venía arrasando, Costa de Marfil era temida en su última oportunidad y Japón ya estaba destinado a hacer algo grande en un gran campeonato. Con lo que no contaban era con la épica griega.
Sí, solo quedan dos jugadores de los veintitrés que fueron campeones. Pero vaya, los mimbres que les hicieron grandes siguen vigentes en la plantilla actual, dirigida por un Fernando Santos que ya consiguió meter en cuartos a Grecia en la Euro 2012, también de forma sorprendente. Una serie de obstáculos a lo largo de los tres partidos griegos da para una epopeya semejante a la de Ulises y su regreso a Ítaca. Sufrieron un severo correctivo frente a Colombia (3-0), se lesiona Mitroglou -la gran esperanza- y expulsan a Katsouranis en la primera parte frente a Japón, y se lesionan Karnezis y Koné, también en la primera parte frente a Costa de Marfil.
Lejos de hundirse, Grecia se levantó tras la goleada cafetera, sobrevivió al asedio nipón tras más de una hora jugando con uno menos, y se creció frente a Costa de Marfil para cuajar una primera parte excelente, con gol de un suplente, Samaris -solo cinco internacionalidades-, un tiro al larguero de Holebas y una defensa inexpugnable que ya demostró su capacidad de resistencia frente a Japón. Los africanos no daban crédito.
Lamouchi fue con todo y sacó a Bony por Tioté, pasando a jugar con cinco atacantes. Grecia seguía creando peligro constante a la contra. Un zambombazo de Karagounis reventó el travesaño y puso en vilo a medio mundo. Pero Gervinho, en otra de sus grandes arrancadas -fantástico mundial del jugador de la Roma- asistió a Bony para anotar el tanto del empate, en el único error defensivo de los griegos en todo el encuentro.
Entonces Grecia se creció, de nuevo, ante la adversidad. Se fue arriba, como no lo había hecho nunca, como si fuera fácil llevar siempre la misma corbata y, de repente, cambiarla por otra. Más agresiva, más atrevida. Los griegos se creyeron capaces de hacer el segundo justo en el momento más crítico, justo cuando estaban eliminados por enésima vez en un Mundial. Un nuevo palo, un nuevo disparo que se marcha fuera por poco, un centro de Salpingidis que se pasea junto a la línea de meta...
Y entonces, en el minuto 92, cuando ya todo parecía imposible, penalti para Grecia. Un derribo de Sio a Samaras. El responsable de lanzarlo, el propio Samaras. Era el momento 'M' de la hora 'H' del día 'D'. Grecia haría historia o volvería a irse a casa en esa precisa jugada y no otra. Y Samaras, espigado, flacucho, haciendo carrerilla como el que va a perder el autobús, mandó el balón a las redes con la tranquilidad más profunda del mundo. Grecia lo había vuelto a hacer. No clasificarse para octavos, que eso era historia. No era un título, porque ya lo consiguieron en 2004 y soñar con ganar otro puede ser incluso prohibido. Lo que Grecia volvió a hacer es demostrar al mundo que, con poco, se puede hacer mucho. Y que en el fútbol, el mayor representante de las épicas, el deporte que más desprecia el dinero y a los poderosos, no hay lógica que valga. En octavos tendremos un Costa Rica-Grecia mítico, histórico. Un cruce propio del Mundial que muchos consideran el mejor de la historia.
FICHA TÉCNICA
GRECIA: Karnezis (Glykos), Torosidis, Sokratis, Manolas, Holebas, Maniatis, Karagounis (Gekas), Salpingidis, Koné (Samaris), Lazaros y Samaras.
COSTA DE MARFIL: Boubacar, Aurier, Bamba, K.Touré, Boka, Die, Tioté (Bony), Yaya Touré, Gervinho (Sio), Kalou y Drogba (Diomandé)
GOLES: 1-0, min 42, Samaris, tras pase de Samaras. 1-1, min 73, Bony, a pase de Gervinho. 2-1, min 93, Samaras, de penalti.
ÁRBITRO: Carlos Vera (Ecuador). Amonestó a Die, Kalou y Drogba.
INCIDENCIAS: Estadio Castelao. Partido correspondiente a la tercera jornada del grupo C.
MVP: Georgios Samaras
@david_lrl
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